Restablecimiento del equilibrio de las carreteras




En 1994, un fuerte terremoto sacudió Los Ángeles, varios puentes se colapsaron provocando una grave alteración del tránsito para miles de conductores. Lo que pasó después es un ejemplo muy claro de la interdependencia en la toma de decisiones, en este caso, de las decisiones de los conductores sobre cómo ir a trabajar.


Tras el terremoto era preocupante su impacto sobre el tráfico, pues existía el riesgo de que la acumulación de automóviles acabar bloqueando las rutas alternativas y el centro urbano.

Las autoridades y los medios de comunicación advirtieron a los conductores de la posibilidad de grandes embotellamientos; les recomendaron cancelar los viajes innecesarios, modificar los horarios de trabajo para evitar las horas pico o usar el transporte público. Estos avisos fueron sorprendentemente efectivos. De hecho, tanta gente hizo caso que, durante los primeros días tras el sismo, quienes decidieron mantener sus hábitos pudieron ir y volver de casa al trabajo más deprisa que antes.

Por supuesto, algo así no podía durar mucho. En cuanto se empezó a saber que no se circulaba tan mal, la gente dejó de lado sus nuevas formas de desplazarse, menos cómodas, y volvió a usar el coche, con lo que tráfico empeoró notablemente. Unas semanas después del terremoto empezaron a producirse grandes embotellamientos. Pocas semanas más tarde, la situación se estabilizó: la evidencia de que había una densidad de tráfico mayor que lo normal desanimó a un número de conductores suficiente para evitar que se hiciera realidad la pesadilla de una ciudad totalmente congestionada. En conclusión, el tráfico en Los Ángeles había alcanzado un nuevo punto de equilibrio, en el que cada conductor escogía la que consideraba su mejor opción, a la vista de lo que estaban haciendo todos los demás. El miedo a que el tráfico llegase a colapsar la ciudad llevó a las autoridades a reparar las carreteras en tiempo récord. Sólo 18 meses después del terremoto, todas las autopistas habían vuelto a la normalidad, y estaban preparadas para el siguiente.

Una característica de la mayoría de las situaciones económicas es la interacción de las decisiones de los individuos, cuyo resultado puede ser muy diferente de lo deseado. En una economía de mercado, la interacción se produce mediante el comercio o intercambio entre individuos.

·         Los individuos interactúan porque el intercambio produce ganancias. Y esas ganancias proceden de la especialización.
·         En condiciones normales, la economía tiende hacia el equilibrio.
·         En la medida de lo posible, se debe hacer un uso eficiente de los recursos para alcanzar los fines de la sociedad. Pero la eficiencia no es el único criterio para evaluar el funcionamiento de la economía. También es deseable la equidad, y a menudo hay una relación de intercambio entre eficiencia y equidad.
·         Los mercados normalmente son eficientes, excepto en unas cuantas situaciones bien definidas.
·         Cuando los mercados no pueden alcanzar la eficiencia, la intervención del gobierno puede mejorar el bienestar de la sociedad.


Fuente: Vive la Economía II, Progreso Editorial; P.Krugman & K. Graddy – Fundamentos de Economía (Editorial Reverte).

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