Los discípulos
rápido aprenden que el Maestro tiene profundo respeto y consideración por cada
ser humano con quien se encuentra y están impresionados por esta consideración
democrática e invariable que concede permanentemente a toda clase de hombres,
mujeres y principalmente a los niños. Él es capaz de detener una
profunda prédica para ir al encuentro de las personas y darles palabras de
aliento, nada es tan importante para Jesús como el ser humano que se encuentra
casualmente en su presencia. Es maestro, instructor y también amigo, vecino y
compañero comprensivo.
Durante sus prédicas públicas, siempre las interrumpe para responder a las preguntas sinceras, por supuesto, esto provoca que al principio los apóstoles se escandalicen porque Jesús trata amable, compasivo y comprensivamente a las mujeres, por lo que él les explica perfecta y claramente que, en el reino de Dios como en la Tierra hay que conceder a las mujeres los mismos derechos que a los hombres y de ser posible, con más.
Fuente:
Los Grandes. Jesús, Editorial Tomo, p. 101 – 102.
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