La Intervención Francesa y el Imperio

Deudas con el Exterior.

Cuando Juárez empezó a gobernar el país después del triunfo de los liberales en la Guerra de Reforma, la situación del Estado era de gran pobreza: no había dinero ni para lo más urgente de la administración pública. En busca de alivio económico, el Presidente expidió el 17 de Julio de 1861 un decreto en virtud del cual se aplazaban por dos años, esperando que las condiciones del erario mejorasen, los pagos relativos a las deudas que México tenía con Inglaterra y España, y el de aquellos que Francia le exigía.

La Triple Alianza.

Al conocerse el decreto, dichos países formaron la Triple Alianza, cuyo fin era hacer a México reclamaciones conjuntas, apoyadas militarmente. Para esto, las tres potencias enviaron flotas de guerra al puerto de Veracruz, del cual, así como de los lugares circundantes, se apoderaron a partir del 17 de Diciembre de 1861.

México debía a Inglaterra 70 millones de pesos y a España 9 millones y medio. A Francia casi no le debía nada. Las dos principales reclamaciones francesas eran: una de 2 500 000 pesos, por daños y perjuicios, y otra de unos supuestos 12 millones que, según Napoleón III, México debía pagar, a cambio de setecientos mil pesos que un banquero suizo había prestado al gobierno de Miramón.

Las negociaciones.

Manuel Doblado, representante de México, y el general español Juan Prim, representante de la Triple Alianza, entablaron negociaciones tendientes a solucionar el conflicto. Se reunieron primeramente en La Soledad, Veracruz y continuaron sus pláticas en Orizaba.

En el puerto de Veracruz, lugar muy malsano entonces, muchos soldados de la Triple Alianza enfermaban, y no pocos morían. Considerando esto, en los Preliminares de La Soledad, o sea, en el convenio hecho allí, se estipuló que mientras se estuviera negociando, México permitiría que las tropas extranjeras se acantonaran en Córdoba, Orizaba y Tehuacán, con una condición: que si no se concertaba algún arreglo, los tres ejércitos retrogradarían hasta la costa. Así lo firmaron los representantes de España, Inglaterra y Francia.

Resultado de las conversaciones.

Convencidos por los razonamientos de Manuel Doblado, los ingleses y los españoles accedieron a retirarse con sus fuerzas; pero los franceses, a quienes animaban en sus designios ocultos los elementos conservadores mexicanos, se decidieron invadir con sus tropas nuestro país.

Los conservadores veían con buenos ojos la intromisión de Francia en los asuntos mexicanos porque consideraban que ése era el único modo de arrojar del poder a los liberales e implantar en México la monarquía, forma de gobierno que la mayoría de los conservadores deseaban. Para tal fin, además, habían conseguido ya, gracias a las gestiones que sus enviados hacían en Europa, la ayuda de Napoleón III.

Contando, pues, con el apoyo de los generales, directores políticos y dignatarios eclesiásticos del partido conservador, el general Lorencez ordenó que su ejército avanzara sobre Puebla, y esto se hizo posible desde luego porque al fracasar las negociaciones con Francia: Lorencez se negó a retroceder hasta Veracruz, y desde Orizaba dispuso la marcha sobre Puebla.

Procedió de aquel modo el ejército francés por voluntad del principal de sus dos representantes, el ministro Dubois de Saligny, y contra la opinión del otro, el almirante Julien de la Graviere. Alegaba éste que si Francia había firmado el convenio debía respetarse, y, hasta donde le fue posible, se empeñó en que prevaleciera su caballerosa actitud.

Fuente:
Generación 1960. Mi libro Historia y Civismo. Cuarto Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 111 – 113. 
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