Estados Unidos 1994. ‘Quítense el traje de Rambo’

Tras la caída de la administración de Emilio Maurer al frente de la Federación Mexicana de Futbol, César Luis Menotti, quien dirigió al Tricolor en la primera fase eliminatoria con buena dosis de éxito, tuvo que renunciar y dejó un vacío enorme a sólo tres meses de encarar la fase definitiva ante El Salvador, Honduras y Canadá. 

En un cónclave de emergencia, Marcelino García Paniagua tomo posesión del cargo en la Federación y en consenso se decidió que Miguel Mejía Barón tomará las riendas del equipo nacional.

Poco antes de enfrentar el primer encuentro ante los salvadoreños, no faltaron los titulares en que se acuñaban conceptos bélicos para definir la eliminatoria, a lo que de inmediato salió a flote la sensatez del doctor Mejía Barón al señalar en una conferencia de prensa “quítense el traje de Rambo, porque esto no es una guerra, es futbol”. De esa manera, el técnico nacional marcó lo que sería su sello durante su mando frente a la Selección y lo que daría una coherencia a su trabajo. 

Cuando Mejía Barón fue cuestionado sobre la cantidad de puntos que pensaba obtener, éste respondió: “No me gusta calcular”, argumentando que lo que menos le interesaba eran las estadísticas, pues lo importante es lo que sucede en el terreno de juego. 

Una noche antes del cotejo ante El Salvador, cientos de aficionados se dieron cita a las afueras del hotel donde se hospedaban los mexicanos, entonando a coro un interminable canto de “no dormirán, no dormirán…” 

Ya en el estadio, el Himno Nacional Mexicano nunca fue tocado, en su lugar alguien puso una marcha o algo parecido. Al final, y después de un juego ríspido, México cayó. 

Posteriormente, el calendario jugó un papel determinante en el destino de México, pues los siguientes tres partidos se desarrollaron en el Estadio Azteca. 

Ante Honduras, el duelo estratégico era tal, que Estanislao Malinowsky, técnico de Honduras, envió espías disfrazados de periodistas al entrenamiento de México. Sin embargo, el Tricolor demostró su valía al golear. 

En el siguiente compromiso ante El Salvador, Sánchez pidió respeto al público, “pues nosotros nos vengaremos en la cancha”. 

La palabra del exdelantero del Madrid se cumplió, mientras que Mejía Barón pidió no exagerar la victoria y aseguró que sólo se cumplió. 

En el tercer juego en el Azteca, ante Canadá, fue un mero trámite, aun así, Bob Lenarduzzi, el estratega canadiense, admitió antes del cotejo que salir a defenderse en el Azteca sería un suicidio. De cualquier manera, sucumbió por goleada. 

A esas alturas, la confianza era tal que nadie dudaba que México ganaría el boleto, pero aún restaban dos encuentros como visitante: Honduras y Canadá. 

A pesar de que la delegación nacional reservó los cuartos posteriores del hotel San Martín, los jugadores evadieron la tradicional serenata centroamericana en la noche previa al juego, al salir trasladados en secreto al hotel Maya, que se ubicaba a media calle. Al día siguiente, los tricolores ofrecieron uno de los mejores partidos desde que Miguel tomó al cuadro nacional. 

Tras humillar a los hondureños en el Estadio Tiburcio Carías, dos radiodifusoras incitaron a la violencia contra los mexicanos, al tiempo que un par de automóviles con bocinas llamaban a la destrucción de los tricolores. 

La exaltación llegó a tal punto que una multitud de enardecidos seguidores comenzó a destruir los vestidores y a lanzar gas lacrimógeno al interior. Eso provocó que todo el equipo mexicano huyera y se agrupara en el centro de la cancha. Debieron pasar horas para que la delegación nacional estuviera a salvo y regresara a México. 

Tras el resultado, el Tricolor sólo requería un empate ante Canadá, no obstante, el técnico Lenarduzzi optó por un cambio de sede más hacia el norte de Canadá, en Toronto, para tener como aliado al gélido clima. 

Después de que los medios comenzaron a dar demasiada importancia a dicho factor, nuevamente fue Mejía Barón quien impuso cordura. “Debemos de ir con la idea de adaptarnos a lo que sea”. 

Respecto a su posible ausencia del banquillo por la expulsión sufrida ante Honduras, respondió con filosofía al subrayar que “el trabajo importante de un técnico está en los días previos, no en la banca durante el juego”. 

Al final, después de romper un parcial empate a uno que duró gran parte del juego, México obtuvo su boleto con 10 puntos. 

Al preguntarle al técnico nacional sobre su logro, éste se limitó a decir: “Estoy igual que ayer: con los pies en la tierra”. Así, Miguel Mejía Barón cumplió su palabra, pues sin vestir el traje de Rambo, logró el objetivo: clasificar al Mundial. 


Fuente:
Récord Mundial, Alemania 2006 ¡Piensa en Grande!, Ed. Notmusa, p. 121 – 122.

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