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Los Hijos Magisteriales

Cada vez que un concepto original y absoluto de un ser, formulado por el Hijo Eterno, se une con un ideal nuevo y divino de servicio amante concebido por el Espíritu Infinito, se produce un Hijo de Dios nuevo y original, un Hijo Magisterial Paradisiaco. Estos Hijos constituyen la orden de Avonales, en contradistinción con la orden de Micaeles, los Hijos Creadores. Aunque no son creadores en el sentido personal, están estrechamente asociados con los Micaeles en toda su tarea. Los Avonales son ministros y jueces planetarios, los magistrados de los reinos del tiempo y del espacio —de todas las razas, para todos los mundos, y en todos los universos.

La Relación con la Deidad Triuna

El Creador Conjunto, el Espíritu Infinito, es necesario para completar la personalización triuna de la Deidad no dividida. Esta personalización triple de la Deidad es inherentemente séptuple en posibilidad de expresión individual y asociativa; de aquí que el plan subsiguiente de crear universos habitados por seres inteligentes y potencialmente espirituales, debidamente expresivos del Padre, el Hijo y el Espíritu, hiciera inevitable la personalización de los Siete Espíritus Rectores. Nos referimos a la personalización triple de la Deidad como la inevitabilidad absoluta, mientras que nos referimos a la aparición de los Siete Espíritus Rectores como una inevitabilidad subabsoluta.

Lo que las madres piensan cuando su Hijo – Hija






La puerta de su cuarto está cerrada.
Hijo.
Hija.
“Se está masturbando”.
“Pobrecita, debe haber tenido un mal día”.
Está en el baño por más de 1 hora.
Hijo.
Hija.
“Se está masturbando”.
“Debe estarse arreglando para verse más linda de lo que ya es”.
Está en la computadora todo el día.
Hijo.
Hija.
“Se está masturbando” o “Es un antisocial”.
“Pobrecita, no tiene nada que hacer desde que su novio se fue de vacaciones”.
Tarda en volver de la escuela.
Hijo.
Hija.
“Está fumando marihuana”.
“Debe estar haciendo una actividad extraescolar”.
Está enfermo en un día de clases.
Hijo.
Hija.
“Tómate una aspirina y a la escuela”.
“Pobrecita de mi niña… Sabes qué… no vayas hoy, es más… voy a rentar Twilight”.



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