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Jesús en el templo

Cuando María y José parten hacia su hogar, no se dan cuenta que Jesús no va con ellos sino hasta cuando llegan, ya que la costumbre es de que hombres y mujeres viajen aparte y cada uno de sus padres, creen que el joven viaja con el otro por lo que, cuando descubren que Jesús no viaja con ellos, regresan por su hijo a Jerusalén. Por su parte, Jesús casi no se da cuenta de que sus padres ya no están, pues su mayor interés y concentración está en acudir al templo, primero para escuchar a escribas y maestros y después para cuestionarlos en muchos aspectos, tanto religiosos como de la vida social de los judíos y es precisamente al tercer día cuando un gran número de personas se congregan para escuchar a este joven de Galilea y disfrutar plena y totalmente la experiencia de ver como un adolescente confunde a los sabios y eruditos de la ley.

Adolescencia de Jesús

Es sencillo imaginarse al joven Jesús jugando con sus amigos y compañeros quienes lo ven como un líder de su grupo por su gran inteligencia, sentido de igualdad y justicia. También recorriendo la sinagoga donde discuten fariseos y escribas y que Jesús no puede menos que sonreír y entristecerse al mismo tiempo por todo lo que escucha de ellos, incluso, de no aguantarse las ganas de platicar con estos supuestos doctos en la ley, quienes exprimen y manipulan las letras hasta dejarlas sin sentido alguno. Caminando y viendo la opulencia de Sephoris, capital de Galilea, tratando de adivinar que hay dentro de la enorme y profusa mansión de Herodes Antipas, resguardada por mercenarios galos, tracios y bárbaros, contratados exclusivamente para impedir el paso a cualquier esclavo y plebeyo que intente traspasarla sin autorización.

Presentación en el Templo

Moisés enseña en su ley que cada hijo primogénito pertenece al Señor, pero que en lugar de sacrificarlo, como era costumbre entre las naciones paganas, ese hijo puede vivir, siempre y cuando sus padres lo rediman mediante el pago de una cuota a cualquier sacerdote autorizado. También existe un mandato que ordena que después de pasar cierto tiempo, las madres tienen que presentarse en el templo para purificarse, por lo que, normalmente, llevan a cabo ambas ceremonias al mismo tiempo.

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