- Dejen de tocar y apaguen los faroles. Ya vienen – se escuchó decir a alguien en un lugar perdido, de pesadilla, mientras la pupila luminosa del tren se aproximaba lentamente desde la distancia.
- No puedo creerlo, es un tren, un tren de verdad – dijo otra de las siluetas que se habían reunido en la vieja estación de muros agrietados –. Espero que venga cargado como en otros tiempos.