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El Corán. Palabra de Dios. Misión cumplida

Pacificada Arabia, Abu Bakr y su sucesor, Umar, proyectaron el ardor guerrero y las ansias de botín de las tropas musulmanas hacia los confines de Bizancio y Persia, imperios exhaustos tras siglos de conflictos. En apenas una década, el territorio controlado por los musulmanes superaba los desiertos de Egipto y se alargaba hacia las estribaciones de la India. La amplitud de las conquistas y la natural desaparición de aquellos que conocieron al Profeta y convivieron con él comenzaban a amenazar su mensaje. La lejanía de las provincias causaba que, en muchas ocasiones, los gobernadores tuvieran dudas sobre la aplicación de la ley y optaran por el derecho consuetudinario de las poblaciones que regían. Además, los nuevos conversos abrazaban el islam desde sus creencias anteriores -principalmente el cristianismo— y amenazaban con contaminar una religión en la que hallaban múltiples similitudes. Abu Bakr intuyó la solución: había que fijar la revelación por escrito.

El Corán. Palabra de Dios. Comunidad de creyentes

El propio Corán refleja este giro. Cuenta con 114 suras o capítulos de diferente longitud los cuales se dividen en dos troncos principales: las suras mequinesas y las suras medinenses, estas últimas dictadas por el Ángel de la Revelación tras la forzada Hégira.

Las primeras aluden sobre todo al juicio final y la resurrección. El mensaje es muy sencillo y diáfano, calcado de la Tora y los Evangelios. El profeta advierte a los hombres que deben ser conscientes de sus acciones porque hay un Dios vigilante pero misericorde que los juzgará por ellas: "Los buenos alcanzarán el cielo y los malos el infierno" (El Corán, 81 1-14). Mahoma también trata de reafirmar su posición. Aquellos que nieguen la unicidad de Dios, que no reconozcan la misión de los profetas, arderán en la Gehena. Estas suras mequinesas suelen estar formadas por aleyas (versos) cortas, rítmicas, con una cadencia similar a la poesía preislámica. Imprecativas, se dirigen de forma directa al creyente para amonestarlo. Describen con pasión el mundo, el cielo, el paraíso; y se canta al Dios único, plagado de bondad. La temática y las enseñanzas demuestran influencia de la historia bíblica: desfilan personajes como Moisés, José o Jesús. Uno de los mejores ejemplos de esta similitud es la profesión de fe: "No hay más Dios que Alá y Mahoma es su Profeta", muy similar al verso de Isaías 5, "Soy Yahvé, sin igual. Fuera de mí no hay otro Dios".

El Corán. Palabra de Dios. La esencia

Para poder profundizar en la esencia de El Corán, conviene sumergirse antes en la tierra y en la sociedad en la que emergió: la Arabia del siglo VII. 

Era una vasta extensión de arena, montes y rocas salteada de oasis en la que diversas tribus luchaban por el control del comercio y los escasos acuíferos. Aparte de cierto pastoreo, las principales actividades eran el trasiego de caravanas y el pillaje. Las mercancías se desembarcaban en el puerto yemení de Adén y eran transportadas en largas hileras de camellos hasta el acaudalado oasis de La Meca, patria de mercaderes paganos, adoradores de betilos. El más importante de éstos era un trozo de obsidiana -la célebre Piedra Negra-, que se veneraba en un santuario cúbico conocido como la Kaaba. Desiertos y oasis hospedaban también diferentes comunidades de judíos y cristianos. La colonia judía más poderosa habitaba en el palmeral de Medina, donde Mahoma halló refugio en el año 622, cuando huyó de la animadversión de sus conciudadanos de La Meca, suceso conocido como la Hégira. 

El Corán. Palabra de Dios

Revelado por Alá a Mahoma en el siglo VII, el texto sagrado del Islam fue fijado doscientos años después de la muerte del Profeta. Las suras que lo componen guían tanto la espiritualidad como la vida social de los musulmanes.

Transformación de Jesús. Disposiciones para el cometido final

Después de la intensa labor de prédica del evangelio y la palabra de Dios, Jesús ya no acude a la gente, ella es la que va hasta donde él, pasa gran parte de su tiempo en su centro de actividades enseñando a la multitud e instruyendo a los doce discípulos.

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