Mahoma. La partida del Profeta
Belleza para honrar a Alá. Sociedad y religión
Mahoma. Tiempos de intolerancia
Mahoma. Expedición contra Siria
Detrás del velo. Yo te repudio
Historia del mandadero y de las tres doncellas
Había en la ciudad de Bagdad un hombre que era soltero y además mozo de cordel.
Un día entre los días, mientras estaba en el zoco, indolentemente apoyado en su espuerta, se paró delante de él una mujer con un ancho manto de tela, de Mussul, en seda sembrada de lentejuelas de oro y forro de brocado. Levantó un poco el velillo de la cara y aparecieron por debajo dos ojos negros, con largas pestañas, y ¡qué párpados! Era esbelta, sus manos Y sus pies muy pequeños, y reunía, en fin, un conjunto de perfectas cualidades. Y dijo con su voz llena de dulzura: “¡Oh mandadero! coge la espuerta y sígueme.” Y el mandadero, sorprendidísimo, no supo si había oído bien, pero cogió la espuerta y siguió a la joven, hasta que se detuvo a la puerta de una casa. Llamó y salió un nusraní, que por un dinar le dio una medida de aceitunas, y ella las puso en la espuerta, diciendo al mozo: “Lleva eso y sígueme.” Y el mandadero exclamó: “¡Por Alah! ¡Bendito día!” Y cogió otra vez la espuerta y siguió a la joven. Y he aquí que se paró ésta en la frutería y compro manzanas de Siria; membrillos osmaní, melocotones de Omán; jazmunes de Alepo, nenúfares de Damasco, cohombros del Nilo, limones de Egipto, cidras sultaní, bayas de mirto, flores de henné, anémonas rojas de color de sangre, violetas, flores de granado y narcisos. Y lo metió todo en la espuerta del mandadero, y le dijo: “Llévalo.” Y él lo llevó, y la siguió hasta que llegaron a la carnicería, donde dijo la joven. “Corta diez artal de carne”. Y el carnicero cortó los diez artal, y ella los envolvió en hojas de banano, los metió en la espuerta, y dijo: “Llévalo, ¡oh mandadero!” Y él lo llevó así, y la siguió hasta encontrar un vendedor de almendras, al cual compró la joven toda clase de almendras, diciendo al mozo. “Llévalo y sígueme.” Y cargó otra vez con la espuerta y la siguió hasta llegar a la tienda de un confitero, y allí compró ella una bandeja y la cubrió de cuanto había en la confitería: enrejados de azúcar con manteca, pastas aterciopeladas perfumadas con almizcle y deliciosamente rellenas, bizcochos llamados sabun, pastelillos, tortas de limón, confituras sabrosas, dulces llamado muchabac, bocadillos huecos llamados lucmetel-kadí, otros cuyo nombre es assabihzeinab, hechos con manteca, miel y leche. Después colocó todas aquellas golosinas en la bandeja, y la bandeja encima de la espuerta. Entonces el mandadero dijo: “Si me hubieras avisado habría alquilado una mula para cargar tanta cosa.” Y la joven sonrió al oírlo. Después se detuvo en casa de un destilador y compró diez clases de aguas: de rosas de azahar y otras muchas; y varias bebidas embriagadoras, como asimismo un hisopo para aspersiones de agua de rosas almizclada, granos de incienso macho, palo de áloe, ámbar gris y almizcle, y finalmente velas de cera de Alejandría. Todo lo metió en la espuerta, y dijo al mozo: “lleva la espuerta y sígueme.” Y el mozo la siguió, llevando siempre la espuerta, hasta que la joven llegó a un palacio, todo de mármol, con un gran patio que daba al jardín de atrás. Todo era muy lujoso, y el pórtico tenía dos hojas de ébano, adornadas con chapas de oro rojo.
Rutas comerciales del Islam
Nace el Islam
Mahoma. Los primeros viajes
Saladino
Las grandes dinastías guerreras
Ayyubíes, selyúcidas, almorávides y almohades.
La desintegración y colapso del califato abasí precede al surgimiento de múltiples dinastías que, lejos de representar un poder unitario ante la irrupción en Oriente de los caballeros cruzados a partir de 1096, se desangró frecuentemente en cruentos conflictos intestinos. De entre todos estos nacientes Estados, por su papel activo en las Cruzadas y por la magnitud político-militar de los regímenes que los sostienen, destacan los turcos selyúcidas en Siria y Anatolia, y los fatimíes y ayyubíes en Egipto.
Jalid ibn al – Walid
Batallas de Yarmuk y Poitiers
Yarmuk (636).
Esta contienda decidió la suerte en la guerra contra el Imperio Bizantino por la conquista de Siria. Con Jalid ibn al-Walid al mando de las tropas musulmanas, Fueron seis días de cruenta batalla con tormentas de arena y escasez de agua en torno al río Yarmuk, circunstancia que favoreció la resistencia islámica. Allí, Jalid diseñó uno de los movimientos envolventes de caballería más célebres de la Historia, pese a la notable superioridad del ejército bizantino, que extendió su línea de forma excesiva para aprovechar su superioridad numérica, sacrificando así la cohesión de las líneas.
La comunidad de los creyentes
Cuenta el erudito Al-Bujari (Tradiciones, III, 247) que, cuando murió en 632, el profeta Mahoma tenía empeñada su cota de malla a un judío como garantía de treinta medidas de cebada. Esta noticia es un buen indicio de la precariedad y el relativo poder de la nueva estructura política que el Enviado había conseguido establecer en Arabia mediante la persuasión de la fe, la confederación de tribus o la mera imposición violenta. A su fallecimiento, la frágil unidad estuvo a punto de quebrarse debido a la disidencia de algunos grupos tribales, que habían asumido la nueva creencia de modo muy superficial y oportunista y que, una vez desaparecida la cabeza de la alianza, consideraban roto el juramento de fidelidad. Estos intentos fueron pronto reprimidos por quienes, en las campañas venideras, se revelarían como excelentes generales: Jaled ibn Yazid, Amr ibn al-As y Abu Ubayd.
Siria
La Gran Columnata de Palmira, Siria
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