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Vida en el desierto. Animales










Lo extremoso del clima y la escasez de agua y alimentos en el desierto, especialmente en ciertas épocas del año, han fomentado la especialización de los seres que ahí habitan. Al igual que las plantas, los animales que viven en los desiertos han logrado adaptarse a este medio inhóspito de diversas maneras. En los desiertos de nuestro país, los vertebrados más comunes son los reptiles, como tortugas, lagartijas y serpientes. Los reptiles regulan la temperatura de su cuerpo espaciando su estancia en áreas sombreadas, o bien resguardándose del calor en profundas madrigueras. Los anfibios y peces que viven en algunas charcas pueden resistir la sequía encerrándose en el lodo e hibernando hasta que regresan las lluvias. Por su parte, las aves diurnas aprovechan las corrientes ascendentes de aire provocadas por el calor para elevarse a aquellas zonas de la atmósfera donde la temperatura es más soportable. La mayoría de los mamíferos, al igual que muchos insectos y aves, han adoptado hábitos nocturnos para evitar el calor del día y huir de la amenaza de los depredadores, que han desarrollado al máximo sus sentidos, y se mueven rápida y sigilosamente en la noche para atrapar a sus presas. Hay algunas especies de roedores, como la rata canguro, que pueden reciclar en su cuerpo el agua obtenida al comer hierbas y semillas. Otros animales aprovechan el agua que se almacena en cactos como el cardón o la biznaga devorando ya sea su tronco o sus frutos.

Vida en el desierto. Plantas





El desierto se caracteriza por un clima seco y extremoso. En las zonas áridas de nuestro país la temperatura puede variar decenas de grados durante el mismo día. La escasez de lluvias, sin embargo, no impide la presencia de numerosas y exóticas formas de vida vegetal y animal. México es, junto con África, el lugar donde existe mayor diversidad de especies desérticas adaptadas a la sequía, el frío y el calor. El matorral xerófilo, o flora del desierto, por lo general es bajo y pocas especies superan el metro de altura. Las plantas tienen que vivir separadas entre sí para poder aprovechar la escasa agua. En algunos casos, las hojas dan lugar a las espinas para evitar la evaporación; en otros casos, las plantas desarrollan tallos carnosos en los que almacenan agua durante las temporadas más secas. La flora del desierto se caracteriza también por lo llamativo de sus flores de variados tamaños y colores, lo que atrae a numerosos animales como colibríes, murciélagos, abejas y otros insectos que polinizan las plantas. Los frutos son dulces y jugosos, y los animales que los comen dispersan las semillas favoreciendo de esta manera la difusión de cada especie en vastos territorios. La flora del desierto no provee no sólo de alimentos como la pitahaya o la biznaga, sino de numerosas sustancias medicinales, así como de maderas y fibras que se emplean en la elaboración de variadas artesanías. Conservar el desierto nos asegurará de que estos beneficios no se pierdan.

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