Inolvidable aquel día, cuando nos visitó nuestro amigo, el del humorismo involuntario, quien poco a poco nos fue dejando embelesados con su discurso:
“Vengo un poco agitado porque acabo de tener un encuentro bastante subgéneris. Me habló un cuate, al que tenía mucho tiempo de no ver, un pobre tipo que en el fondo de su fuero externo está acomplejado porque es esméril, imponente; creo que tiene alopecia y además se le está cayendo el pelo. Pero aún así, siempre se ha creído la mama de las gallinas.