Según afirma Del Muro, las capacidades del equipo eran mayores a lo que
mostraron en Suecia, aún así el país festejó el primer punto ante Gales.
Luego de su paso arrollador
durante la eliminatoria rumbo a la justa nórdica, la Selección Mexicana llegó a
la Copa del Mundo de Suecia 1958 con los ánimos hasta las nubes. Días antes del
silbatazo inicial del certamen, Antonio López Herranz e Ignacio Trelles
aplaudieron la actitud de sus muchachos, quienes aseguraban haber perdido el
complejo de inferioridad ante los países rivales, a pesar de que entre sus
contrincantes de grupo se encontraba el país anfitrión.