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Jesús. Misión pública. La familia

Después del activo periodo de enseñanza y de trabajo per­sonal durante la semana pascual en Jerusalén, Jesús va a descansar un día con sus apóstoles en Betanía y entre otros conceptos, les expresa: "Yo estoy en este mundo viviendo una vida excepcional encarnado y ustedes doce han sido llamados para participar en esta experiencia donadora del Hijo del Hombre; por lo tanto, también tienen que compar­tir muchas de las restricciones y obligaciones especiales de todo este testimonio. El reino de los cielos es una experien­cia que empieza en la tierra y evoluciona en etapas sucesi­vas de vida hasta llegar al Paraíso y no se sorprenda la humanidad si en el futuro del desarrollo del reino, vuelva a visitar este mundo con poder espiritual y gloria divina. La gente de otra época comprenderá mejor el evangelio del reino cuando sea expresado en términos de relación familiar".

Jesús. Misión pública. En la montaña

En la exhortación de la montaña, Jesús ha ofrecido una imagen de ese reino ya formador, por lo que los aspirantes a escuchar la palabra del Maestro están expectantes, saben que para asimilar esta enseñanza que están a punto de te­ner, deben escuchar no con el órgano físico del oído, sino con el corazón del espíritu que desea ser libre y justo en pensamiento, palabra y obra. Todos los asistentes esperan impacientemente la voz del nazareno quien finalmente les exhorta en señal de bienvenida: "Dichosos los espíritus en pobreza material, porque de ellos es el reino de los cielos, bienaventurados los que lloran, porque serán reconfor­tados".

Jesús en Galilea. Hermandad

Jesús indica a los doce mortales que acaban de escuchar su declaración sobre el reino, que se arrodillen en círculo alre­dedor de él, después, coloca sus manos sobre la cabeza de cada apóstol y los bendice, extiende sus manos al cielo y reza: "Padre mío, aquí te traigo a estos hombres, mis men­sajeros. Entre nuestros hijos de la tierra, he escogido a estos doce para que vayan a representarme como yo he venido para representarte. Ámalos y acompáñalos como tú me has amado y acompañado, concédeles sabiduría mientras deposito todos los asuntos del reino venidero entre sus ma­nos. Deseo, si es tu voluntad, permanecer algún tiempo en la tierra para ayudarlos en su trabajo por el reino. Te doy las gracias, Padre mío, por estos hombres y los confío a tu cuidado mientras me dedico a terminar la obra que me has encomendado.

Jesús en Galilea. Primera labor

Jesús continúa enseñando a predicar el perdón de los pe­cados mediante la fe en Dios, sin penitencias ni sacrificios y que el Padre que está en los cielos ama a todos sus hijos con el mismo amor eterno, por lo que, cuando reúnen a la gente para hablarles de la palabra de Dios, se maravilla con las enseñanzas y el ministerio de Jesús y sus apóstoles, ya que contrastan con lo qué, los rabinos han enseña­do durante mucho tiempo a los judíos, que los ignorantes no pueden ser ni piadosos ni justos. Pero los apóstoles de Jesús si son piadosos y justos y sin embargo, ignoran ale­gremente gran parte de los conocimientos de los rabinos y de la sabiduría del mundo.

Jesús en Galilea. Tomás y Judas

Tomás el pescador y Judas el errante se encuentran con Je­sús y los apóstoles y Felipe presenta a Tomás como su candidato para el apostolado y Natanael a Judas Iscariote, el judío, para un honor similar. Jesús mira a Tomás y le dice: "Tomás, te falta fe; sin embargo, te recibo. ¡Sígueme!" Al último candidato, el Maestro le comenta: "Judas, todos somos de la misma carne y al recibirte entre nosotros, rue­go porque seas siempre leal con tus hermanos y no esperes de los demás lo que no estás dispuesto a dar ni creas que los demás actuarán de acuerdo con tus creencias sino con las que ellos tengan. ¡Sígueme!"

Jesús en Galilea. Los gemelos

Al día siguiente, los nueve parten para efectuar el llama­miento formal de los dos apóstoles siguientes, Santiago y Judas, los hijos gemelos de Alfeo. Los hermanos pescado­res esperan la llegada de Jesús y sus apóstoles, por ello los están esperando en la orilla del río. Santiago Zebedeo pre­senta al Maestro a los pescadores de Jeresa; Jesús los mira fijamente y los invita: "¡Síganme!"

Jesús en Galilea

Antes de partir, sabe ciertamente que es hora de pre­dicar el Evangelio del Reino de los Cielos en Galilea, lo cual significa que ya es momento de dar a conocer al mundo y principalmente a la gente sencilla y humilde, de los misterios revelados, de hacer accesible la doctrina de los grandes iniciados como él. Siente una enorme compasión por la humanidad que lo anima a que reciba la luz interna, ese poderoso sentimiento de amor, una enorme fe y una inextinguible energía para su accionar que sólo le pertenecerán a él pero que debe compartir con sus hermanos de la Tierra, el trae la esperanza y la vida.

Iniciación de Jesús

Para la importantísima labor que llevará a cabo, Jesús tiene que prepararse en todos los sentidos, para esto, toma dos decisiones muy importantes, la primera, viajar a todas las ciudades del mundo conocido que pueda y segunda, llevar a cabo un periodo de preparación física, mental, espiritual y divina que le permita su participación pública con la certeza de que sus palabras serán escuchadas no sólo en territorio judío sino en todo el orbe.

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