Chile 1962. ¿De Curazao?

Después de dos fases, hasta cierto punto sencillas, el combinado de Ignacio Trelles encontró algunos escollos, como aquella serie ante Estados Unidos en la que el entrenador Johnny Smith dijo, tras el primer juego: “nadie puede negar que les dimos el susto de su vida”. 

En la segunda fase, Costa Rica tiró un primer golpe en el juego de Ida; sin embargo, ya en México, el cuadro de Trelles los goleó y humilló, al grado de que la mayoría de los ticos derramaron lágrimas en el vestidor.

En ese momento se decía que México estaba clasificado el Mundial de Chile. La algarabía era tal que la Federación no sólo aceptó dar una prima de mil pesos a cada jugador, sino que se programó una gira por Europa. 

La CONMEBOL se encargó de ensombrecer la celebración. Sudamérica quería otra plaza y solicitó a la FIFA un ‘repechaje’ para Paraguay. El rival sería México. 

Con una distancia de casi cinco meses entre los últimos juegos eliminatorios y las fechas para enfrentar a los guaraníes, los seleccionados mexicanos habían perdido toda conjunción como equipo. Con sólo un par de semanas para el duelo definitivo, se pactaron dos juegos amistosos, ante un combinado brasileño y con el Herediano, campeón de Costa Rica. En ambos la selección lució espantosa. Baste mencionar que en los dos juegos el equipo mexicano sólo anotó dos goles y por conducto de un jovencito, el ‘Chatito’ Ortiz, de Necaxa, algo preocupante para la otrora ‘poderosa’ delantera mexicana. 

Así, mientras los mexicanos luchaban con sus demonios y temores internos habituales, los paraguayos arribaron a la Ciudad de México con dos semanas de antelación. No sólo se dieron se dieron el lujo de aclimatarse a la perfección, sino también de hacer una visita al Tepeyac, allá con la Guadalupana, misma que los impresionó. 

Los guaraníes lucieron impresionantes en un partido amistoso donde golearon 15-1 al Covadonga, un club amateur de la Liga Española. 

Pero fue en ese momento cuando apareció un peculiar personaje que resultó crucial: el árbitro. Se designó a un nazareno de Curazao, Walter José María Antonio Van Rosberg, de quien Fernando Buergo, el mejor silbante de México, aseguró que pesaba 100 kilos y, por ende, era demasiado lento para moverse. 

Aunado a eso, los paraguayos se quejaron del pasto, el cual recién había sido cambiado tras un juego de futbol americano tres días antes. 

No obstante, Rosberg dio la nota; durante el juego anuló dos goles a los guaraníes. Los locales hicieron su juego y un solitario gol de ‘Chava’ Reyes dio el triunfo. Medio boleto estaba en la mano, pero aún faltaba el juego de vuelta. Aurelio González, técnico paraguayo, dijo que el silbante la había cargado contra ellos, pero que en Paraguay las cosas serían diferentes. 

Y así lo suponían, pues antes del encuentro de vuelta ya se había determinado la sede para el tercer cotejo. Sería en Buenos Aires, pues daban por hecho que ganarían en su casa, pero eso nunca ocurrió al concretarse el empate a cero.


Fuente: 
Récord Mundial, Alemania 2006 ¡Piensa en Grande!, Ed. Notmusa, p. 61.

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