México no sólo se mantuvo invicto para ganar la justa norteamericana y su boleto al Mundial de Brasil 1950, sino que además los hizo con sendas goleadas y con toques de una extraviada caballerosidad.
El árbitro no dudó en marcar el penalti a favor de México sobre la portería estadounidense. El encargado de tirar fue Héctor Ortiz, quien apenas y golpeó el balón con mínima fuerza. El esférico fue a dar a las manos del cancerbero Borghi y la reacción en las gradas fue una estruendosa ovación acompañada de aplausos para el delantero mexicano. Si, no es una broma, lo anterior fue cierto.