Una vez que lograron hacer de lado a los Omeya, los abasíes pusieron en pie una dinastía que abarcó cinco siglos. Fue el momento de mayor expansión del islam, en el que eminentes pensadores y artistas alumbraron una inigualable cultura árabe clásica.
Bajo el gobierno abasí, Bagdad se convirtió en una ciudad floreciente e importantísimo centro comercial en cuyo bazar deslumbraban los rubíes procedentes de Yemen, las esmeraldas de Egipto o las turquesas de Irán. Los abasíes también mantuvieron contactos comerciales con la riquísima Constantinopla, capital del Imperio Romano Oriental, y soñaron con conquistarla algún día. De hecho, las tropas árabes intentaron tomarla sin éxito en los primeros años del islam.