No corráis, vientecillos,
con tanta prisa,
porque al son de las aguas
duerme la niña.
No corráis, vientecillos,
con tanta prisa,
porque al son de las aguas
duerme la niña.
Por toda la casa se esparce un olor agridulce a membrillo, a orejones de calabacita y pera, a pasta de higo y a ejotes pasados por agua que,...