Pensamiento económico antiguo y medieval






A lo largo de la mayor parte de la historia, la economía no ha tenido una identidad propia y distinta de la del pensamiento social en general. La economía tomó conciencia de si cuando vino a ser identificada con un proceso de autorregulación del mercado, y el descubrimiento del mercado como un proceso autorregulador es un fenómeno del siglo XVIII. Sin embargo, las semillas del análisis económico fueron sembradas mucho antes, en la antigua Grecia, cuna de la civilización occidental.


Lo que los antiguos griegos aportaron a la economía fue una aproximación racional a la ciencia social en general. Su economía puede describirse como de “premercado”, ya que los productos en venta no eran uniformes ni se comerciaban por medio de intercambios organizados, ni se analizaban por sí mismos. Los antiguos griegos se interesaron particularmente por las capacidades autorreguladoras de los individuos, que debía enfrentarse con la toma de decisiones racionales y con la maximización de la felicidad humana, pero no descubrieron el mercado autorregulador, que es la esencia de la economía moderna.

La antigua cultura griega admitía dos ideas opuestas de individualismo. Por una parte, un gobernante autoritario tenía poder para tomar decisiones administrativas en nombre de los intereses de la sociedad. Por otra parte, cada familia era patriarcal y dirigida al éxito, lo que llevó al desarrollo del ciudadano individual (sólo el hombre) como quien fundamentalmente tomaba las decisiones. Estas dos formas opuestas de individualismo, “macro” y “micro”, contribuyeron al énfasis formal de la sociedad griega sobre la administración de la casa (oikonomía) y al desarrollo de un cálculo hedonista del egoísmo racional.

Su economía, era básica y simple. Consistía en una agricultura primaria y en un limitado comercio de lujo. La producción de bienes era supervisada en grandes fincas rurales y en los acuartelamientos de los jefes militares. El Estado tenía pocos gastos que no fuesen de índole militar.

Los siguientes componentes de la economía moderna tuvieron su origen en el pensamiento económico: el cálculo hedonístico, el valor subjetivo, la utilidad marginal decreciente, la eficiencia y la asignación de recursos.

Entre uno de los principales estudiosos de la “Economía” de la Antigua Grecia se debe considerar a Jenofonte, ya que el fue de los primeros en ahondar en esos temas. Él se concentró en la capacidad humana, dirigida por un buen liderazgo, como la principal variable de la administración. Un buen administrador se esfuerza por incrementar el tamaño del excedente económico de la unidad que supervisa, y esto sólo se puede lograr por medio de la habilidad, el orden y uno de los principios más básicos, la división del trabajo. Refiriéndose al consumo de alimentos, advierte que “cuanto mayor es el número de platos superfluos que se ponen delante de un hombre, más pronto le asalta una sensación de hartazgo; y así, en lo que respecta a la duración de su placer, también el hombre al que se le ofrecen muchas posibilidades está peor que el que disfruta moderadamente la vida”. También postuló que “las mismas cosas, para el que sabe hacer uso de cada una de ellas, son bienes, y para el que no sabe, no son bienes”.

Platón analizó toda la estructura política y económica del Estado. Se interesó por el óptimo de la combinación gobierno/economía, y se acercó al mismo clarificando el imperativo moral de la justicia. Él postula que debido a la especialización se crea la interdependencia mutua, y está crea el intercambio recíproco, provocando con ello el origen de las ciudades (o estados). Platón abordó la cuestión de cómo deben distribuirse los bienes, los cuáles se reparten a través de un mercado, siendo el dinero un símbolo para el intercambio. Los mercados a su vez, según él, no podían autorregularse, por lo que el creía que era conveniente que tuviera un control administrativo. Mientras Jenofonte reconocía que quienes perseguían el beneficio económico eran buenos administradores, Platón vio al beneficio y al interés como amenazas al status quo, ya que el intercambio lo manejaba como una especie de “juego de suma cero”, en el que las ganancias de una clase se producían a costa de otra.

Protágoras anticipó dos de los elementos más básicos de la teoría económica moderna:
1.      La manera que tiene el mercado de maximizar la utilidad  a través de su función de asignación de recursos
2.      El uso de la medición hedonística en la evaluación de la elección.

Aristóteles favoreció una concepción de un Estado donde la economía mixta permitiera un mayor juego de los incentivos económicos. A diferencia de Platón, Aristóteles defendió la propiedad privada para todas las clases, sobre la base de que promueve la eficiencia económica, engendra la paz social y estimula el desarrollo del carácter moral. Él veía el intercambio como un proceso bilateral en el que ambas partes aumentarían su bienestar como resultado del intercambio. Este se produce cuando dos partes de un comercio potencial tienen un excedente que están dispuestas a sacrificar a cambio de los bienes de una y otra. Así, el intercambio se construye sobre la noción de reciprocidad. El modelo de intercambio de Aristóteles estableció unas importantes condiciones previas para el comercio, y estas premisas se convirtieron en parte del análisis económico:

1.      El comercio aparece sólo cuando existe un excedente.
2.      Debe haber diferentes estimaciones subjetivas, entre los individuos que comercian, acerca del valor de cada excedente.
3.      Los individuos deben establecer una relación que reconozca la ventaja mutua potencial del intercambio.
4.      Si surge una disputa en el intercambio aislado, respecto a la asignación específica de los beneficios, la proporción adecuada tendrá que determinarse por parte de una autoridad administrativa, teniendo en cuenta las reglas comunes de justicia y el bienestar del Estado.

Las ideas de Aristóteles establecieron un campo continuo que se extendía desde los valores macroeconómicos de la unidad familiar básica de consumo y producción hasta los valores macroeconómicos de la felicidad y autosuficiencia del colectivo ciudadano.

La gran realización de la sociedad romana fue el derecho. Desde un punto de vista social, fue la gloria suprema de uno de los mayores imperios de la historia del mundo. El derecho romano se dividía en un derecho civil y en un derecho común que reglamentaba principalmente las relaciones comerciales. Prácticamente su economía se basaba en la guerra, y sus doctrinas económicas la mayoría de las veces estaban basadas en la de los griegos.

La forma dominante de la organización económica en la Edad Media fue el feudalismo, que era un sistema en el que el señor feudal poseía la tierra y la administraba a unos siervos, quienes la utilizaban para su propia manutención y para otorgarle recursos al señor feudal y el rey, a cambio de la protección del ejército real ante probables invasiones enemigas (que en esos tiempos estaban muy de moda). El objetivo de una tierra (o mejor conocido en eso tiempos como feudo) era la autosuficiencia. Las actividades comerciales entre regiones estaban severamente limitadas. En suma, el marco económico y social del feudo era análogo en muchos aspectos al de la polis o ciudades-estados griegas. El principio de organización en ambos era el rango y no el contrato. La sociedad medieval, un tanto de mala gana, alimentó una forma naciente de capitalismo, a medida que los mercados económicos se iban atrincherando en el tejido de la vida diaria. Fue con este telón de fondo que se desarrolló la economía escolástica.

La economía medieval fue producto de la clerecía, particularmente de un grupo de escritores eruditos a los que ahora nos referimos como “los escolásticos”. Fueron ellos los que reunieron las diversas corrientes de pensamiento que constituyen la economía medieval: ideas recogidas de Aristóteles y de la Biblia, del derecho romano y del derecho canónico.

Alberto Magno fue de los primeros en implantar el pensamiento de que el valor de intercambio debe de ajustarse al coste de producción. Sostuvo que en el orden económico los bienes se miden en relación con el trabajo. Tomás de Aquino, observando que los hombres no ordenan siempre las cosas según el orden natural, prefirió introducir la instrucción moral en su economía, factor que tiende a descartar el placer. En consecuencia, la teoría de la demanda de Aquino nunca fue más allá de la simple noción de la utilidad humana de los bienes en comparación con el lugar que ocupan en el orden natural de la creación.

En tiempos de la Edad Media se condeno demasiado a la usura, ya que era definida como un pecado según la Biblia el hecho de “pedir más de lo que se da”, pero mientras la Iglesia controla los préstamos y el control bancario, paulatinamente se fueron concediendo libertades para los préstamos.



Fuente: Microsoft Encarta 2001.

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