La transformación del ambiente

Durante mucho tiempo se pensó que los recursos naturales eran eternos, e incluso de fomentó su explotación para lograr un mayor desarrollo económico. El punto de vista tradicional consideraba que la riqueza nacional eran los bosques, el agua y las reservas minerales, lo que condujo al agotamiento de los recursos naturales y, como consecuencia, al empobrecimiento de la población. El número de habitantes ha crecido tanto que los recursos naturales no han sido suficientes para satisfacer sus necesidades, pues no sólo se explotan más estos recursos, sino que muchas actividades humanas generan desechos que dañan el ambiente y a la sociedad. La presión ejercida sobre el ambiente no sólo se mide por la contaminación, sino también por la demanda de agua, electricidad, habitación y alimentos. En México, cada año se arrasan más de 8000 km2 de árboles. Seis entidades de nuestro país emitieron, en 1993, 700 mil toneladas de contaminantes, producto de la combustión de hidrocarburos. En ese año, cada habitante respiró 8.9 kg de dichos contaminantes.


Las actividades industriales tienen un fuerte impacto ambiental, al que hay que sumar los hábitos inadecuados de la población que hacen imposible una convivencia sana con la naturaleza: diariamente cada habitante produce 800 gr de desechos sólidos, de los cuales el 40 % está formado por materiales no biodegradables, y al año, cada adulto produce 333 kg de contaminantes atmosféricos.

Desechos sólidos.
Como resultado de las actividades humanas, en México se producen 21 967 525 toneladas de desechos sólidos al año, que terminan en grandes basureros, o como relleno constructivo. Una gran cantidad de recursos humanos y materiales se destina a dar un manejo adecuado a estos residuos. Muchos de estos desechos son material no biodegradable y tienen que ser manejados adecuadamente, pues generan focos de contaminación y de muchas enfermedades.

Contaminación del agua.
Aparte de las aguas de drenaje de las grandes ciudades, en México la industria y la agricultura arrojan 347000 litros de aguas residuales por segundo, las cuales en su mayoría son aguas no tratadas que fueron utilizadas en riego y proceso de transformación. Estas aguas contienen diferentes tipos de sustancias tóxicas como solventes orgánicos, pesticidas y sales minerales que se mezclan directamente con los cuerpos de agua natural y representan un gran peligro para los ambientes acuáticos y para la salud del hombre.

Deforestación.
Es la pérdida de bosques debido a la tala excesiva de árboles y a los incendios. Frecuentemente se cortan árboles para comercializar la madera de manera irracional, llegando al agotamiento del recurso. En otros casos, mediante el sistema de roza, tumba y quema, los bosques son transformados en potreros, porque la explotación forestal es más difícil y menos rentable que la ganadería extensiva. Por lo anterior ha sucumbido más del 90 % de las selvas altas con que contaba México a principios de este siglo y ahora se engordan vacas mientras desaparece el hábitat de los jaguares y los monos.

Comercio de especies.
Muchos animales y plantas silvestres son capturados con el objetivo de comerciar con ellos, por ejemplo, los colibríes, los pericos, las tortugas, los jaguares y los cactos. Estos seres vivos tienen compradores tanto en México como en el extranjero: datos oficiales indican que en 1991, más de 6 millones de animales silvestres fueron vendidos en Estados Unidos de América. Esta actividad, debido a la inconsciencia de los compradores, produce serios daños a las poblaciones naturales, pues no existe un control sobre la reproducción de estas especies.

Productos nocivos.
Hay productos de desecho de la industria que no pueden degradarse de manera natural o no existe un proceso de tratamiento para su desintegración. Estos desechos usualmente terminan enterrados en tiraderos de basura, que envenenan y empobrecen el suelo donde son depositados, o se filtran hasta los mantos que abastecen de agua a las ciudades. A su vez, otros contaminantes como plaguicidas y compuestos químicos utilizados en la agricultura pueden afectar los cultivos y son una amenaza a la salud de quienes consumen los productos.

Crecimiento caótico.
El crecimiento demográfico es uno de los principales problemas de las grandes ciudades, especialmente en países poco desarrollados, donde la población rural no tiene fuentes de trabajo en sus lugares de origen. Es así como en las orillas de las grandes ciudades se establecen grupos humanos en búsqueda de nuevas expectativas, que crean zonas de conflicto ecológico y ambiental debido a la desordenada y arbitraria manera en que ocupan terrenos que no cuentan con los mínimos servicios públicos y sanitarios que se requieren para una vida saludable.

Contaminación del aire.
En México, el 40% de los contaminantes del aire se produce en tres ciudades: México, Monterrey y Guadalajara. Una parte importante de esta contaminación se debe a la emisión de gases tóxicos por los vehículos y a la combustión de hidrocarburos en la industria. La contaminación del aire tiene efectos dañinos y directos en la salud de los habitantes. Los científicos han demostrado que a causa de los contaminantes del aire, el agua de lluvia se ha vuelto más ácida, afectando las condiciones naturales de ríos y lagos, así como la vegetación de grandes áreas.


Fuente: Bancomer – Álbum de la Naturaleza de México, p. 56 – 57.










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