Mundial Suecia 1958. Fiesta Canarinha

A sus 17 años, Pelé colaboró en el triunfo brasileño en tierras escandinavas, donde Just Fontaine estableció una inalcanzable marca de 13 goles en la Copa.

Por fin el mundo le perteneció a Brasil. Era inevitable contagiarse de la alegría que se asomó por el rostro de los jugadores brasileños al dar la vuelta por el césped del estadio Rasunda de Estocolmo. Pero no todo fue risas y abrazos, también hubo lágrimas, producto de la felicidad; las que más llamaron la atención fueron las que brotaron de un muchacho de 17 años, que con su estilo inteligente, eficaz y fuerte sobre el terreno de juego, se dio a conocer durante el Mundial de Suecia 1958. Su apodo, Pelé.

Debido a una lesión, el joven ariete que se convertiría con el paso de los años en la máxima figura y referente de la canarinha, tuvo que esperar hasta el último partido de la primera fase para jugar sus primeros minutos contra la URSS, que también hizo su debut mundialista con talentos como Igor Netto, Lev Yashin y Sergei Salnikov.

Sin embargo, fue hasta Cuartos de Final cuando Pelé se estrenó con su primer gol al minuto 66 para vencer a Gales, que pese a carecer en es partido de su figura, John Charles, metió en serios aprietos a Brasil. El astro carioca calificó ese tanto como el más importante en su historia.

Y tal parece que fue cierto, ya que esa anotación le dio el impulso necesario para convertirse, junto con Garrincha, en uno de los motores del conjunto sudamericano; en la Semifinal, Edson Arantes se destapó con tres goles para sobrepasar a Francia, quienes llegaron al certamen como favoritos, por poseer un tridente por demás peligroso: Raymond Kopa, Roger Piantoni y Just Fontaine, y no era para menos, si tan sólo se tiene en cuenta que este último estableció el récord de más goles anotados en la cita reina del futbol; se despachó con 13 goles para pasar a los libros de historia de la máxima justa.

Pero no todo fue ‘miel sobre hojuelas’, pues antes de que sonara la ocarina inaugural, acontecieron hechos que motivaron la ausencia de grandes figuras internacionales.

Dos años antes, estalló la revolución en Hungría que provocó que más de 20 mil húngaros huyeran en calidad de refugiados, entre ellos los magyares mágicos de Suiza 1954: Sandor Kocsis y Ferenc Puskas. No obstante, hubo quienes sí se unieron a su equipo para jugar en tierras suecas, József Bozsik y Nandor Hidegkuti, además de otros jugadores, quienes incluso, en el aeropuerto de Budapest, fueron robados por la policía, bajo pretexto de confiscarles el dinero con el que pretendían comprar cosas fuera de su país.

Por otro lado, ésta fue la primera ocasión en que los cuatro equipos del Reino Unido: Escocia, Gales, Irlanda del Norte e Inglaterra se dieron cita en una justa mundialista. Y aunque la de los ingleses era la escuadra más fuerte del cuarteto, llegaron a Suecia con los ánimos por los suelos, luego del accidente aéreo ocurrido en Munich cuatro meses antes de la inauguración.

El Manchester United venía de enfrentar al Estrella Roja de Belgrado en un partido de la Copa de Europa que terminó 3 – 3, pero la aeronave se estrelló contra un edificio al final de la pista. Varios jugadores fallecieron, entre los que se encontraban Roger Byrne, Tommy Taylor y el joven de 21 años, Duncan Edwards.


Fuente: Por Agustín Elías en Récord. Ediciones Especiales. Todo sobre Sudáfrica 2010, p. 56 – 57.









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