Amanecer

Un pájaro me despertó con su canto.

Gorjeaba en mi ventana.

Parecía decirme “Ven, asómate”.

¡Y qué hermoso estaba el cielo!

Se veía como pintado de colores.

El Sol aparecía entre las nubes.

Los pajaritos revoloteaban alegres.

Algunos ladradores se dirigían al campo.

El gallo cantó: “Quiquiriquí”.

Yo le dije:

- Con razón nos despiertas temprano. Todo luce más bello al salir el Sol.

Un nuevo día.

Son las siete.

Mamá se acerca a mi cama.

- Hijo – me dice, dándome un beso.

- Buenos días, mamá – respondo al momento.

Pronto estoy en el baño.

¡Como me gusta sentir el agua!

Las gotitas brincan en mi cuerpo.

Después me visto y me peino.

Debo asistir a mis clases bien arreglado.

Mamá me sirve el desayuno.

Faltan quince minutos para las ocho.

Es hora de ir a la escuela.

Carita nueva.

Hoy teníamos una fiesta en la escuela.

Me bañé y arreglé muy bien.

Mamá me puso mi traje blanco.

Salí a despedirme de papá.

- ¿Quién es este niño tan guapo?

¡Ah! Eres tú – me dijo –.

Creí que era alguna visita.

Estás como con carita nueva.

- ¿Verdad que sí? ¿Sabes quiénes me ayudaron a cambiarla?

- No lo sé – contestó.

- Adivina quienes fueron.

- Tu mamá, tal vez.

- No. Se llaman “Agua” y “Jabón”.

En la botica.

Mamá me ha dicho hoy:

- Vamos a la botica.

Yo le contesté:

- ¿Quién está enfermo, mamá?

¿Necesitas alguna medicina?

- No; vamos a comprar cepillos de dientes.

- ¿Cepillos de dientes?

- Sí; para limpiar tu boca.

Los dientes necesitan estar siempre aseados.

Ellos cortan lo que comes.

Muelen todos los alimentos que tomas.

Cuidan de tu salud.

Por eso debes lavarlos siempre.

Con este cepillo los frotarás después de comer.

Así tu boca quedará limpia y fresca.

Mis pequeños ayudantes.

Anoche soñé con mis dientes.

Veía una pieza obscura.

En ella había muchos enanitos formados.

Unos cargaban pedazos de carne.

Otros migajas de pan.

Aquellos, trocitos de piloncillo.

De pronto se abrió una gran puerta.

Apareció un cepillo de dientes.

Untó con pasta a todos los enanitos.

Los frotó con fuerza. Salió.

Nuevamente se abrió la puerta y entró agua.

Bañó los dientes para quitarles la pasta.

Los dejó limpios y brillantes.

Los dientes ya no llevaban restos de comida.

Se quedaron muy contentos.

Estaban listos para trabajar.

La casa limpia.

Los sábados ayudamos a mamá.

Ese día se limpia toda la casa.

Removemos la mesa y las camas.

Mamá sacude las paredes y lava los pisos.

Nosotros acarreamos cubetas con agua.

Llevando ayer una cubeta, tropecé.

El agua me baló.

En ese momento llegaba papá.

- ¿Te caíste en el arroyo? – preguntó.

Todos nos reímos.

- No – le dije –. Fue sólo una cubeta.

Papá me dio una palmadita cariñosa.

Me llevó a la recámara.

Allí me cambié de ropa.

En la noche.

¡Qué sueño tengo!

Ayudé toda la tarde a papá.

Con tablas nuevas arreglamos el gallinero.

Ya para acostarme me llama mamá.

- Saca el perro – me dice –. No debe dormir en la recámara

- ¡Mamá! ¡Se porta muy bien!

- No – replica papá –. Los animales deben dormir afuera.

- ¡Papá! Dale hoy permiso. Mañana no lo dejaré entrar.

Papá me explica entonces:

- Hijo, mientras dormimos estamos respirando.

Necesitamos aire puro y fresco.

Por eso abrimos las ventanas.

“El Sultán” te privará de aire puro. Además puede traerte alguna enfermedad.

Con tristeza saqué al “Sultán”.

Le ofrecí jugar con él este domingo.


Fuente:
Generación 1960. Mi libro de 1° año, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 77 – 89.
App CONALITEG Digital. Generación 1960. Primer Grado. Mi libro de 1° año.

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