Mahoma. El edificio de la doctrina

En el desarrollo de su sistema religioso, Mahoma no solamente hizo acopio de fe, sino también de paciencia, pues ya vistas las reacciones de la gente ante sus primeras propuestas; poco a poco, a base de reflexión, de emoción, y se dice que de revelación, Mahoma fue colocando los elementos estructurales de lo que llegaría a ser un complejo edificio filosófico, sociológico y religioso que se llamó "Islam", término que algunos derivan de la palabra Salam o Aslama, que significa "salvación", aunque otros filólogos la interpretan como "sumisión", en Occidente se acostumbra llamar "islamismo" o "mahometanismo" a la religión creada por Mahoma; asimismo, se llama "musulmán" a quien practica esta religión, lo que se deriva del árabe mus-islam que significa "maestro del Islam", término que más bien se aplica a los sabios o sacerdotes y no a cualquier seguidor de la fe islámica. Teniendo que optar por alguno de los términos, es preferible utilizar el de "Islam", y derivar de ahí "islamismo" o "islámico", pues esta nomenclatura coincide con los significados empleados por el propio Mahoma.

Se debe señalar, en primer lugar, que la intención original de Mahoma no fue el fundar una nueva religión, sino básicamente reformar la tradición judeocristiana de la que él era heredero, volviendo a las fuentes originales y depurando a la religión de todos aquellos elementos impropios de una visión estrictamente monoteísta y de una orientación metafísica, pero alejada del pensamiento mágico que caracterizaba a los pueblos árabes, en los que en realidad no se habían corrompido las ideas y las prácticas religiosas, sino que simplemente nunca se habían practicado; los árabes eran un pueblo sin cultura religiosa y "sin libro", lo que indica que no tenían una estructura ideológica definida, sino solamente un conjunto de rituales y supersticiones medianamente emparentadas con el judaísmo y el cristianismo. Es por ello que la "misión" de Mahoma incluía necesariamente la creación de un libro, de un sistema ético y filosófico que diera a su pueblo la estructura necesaria para emprender el camino hacia la civilización. Este libro fue el Corán, la gran obra de fe y sabiduría que fue el trabajo de toda la vida de Mahoma; aunque él nunca presentó este libro como una obra original suya, sino como el resultado de un conjunto de revelaciones divinas, de manera que el Islam considera que las palabras del Corán provienen directamente de Alá, y que Mahoma es algo así como su amanuense; pero, antes que nada, el Corán hace un señalamiento de gran importancia:

Seguimos la religión de Abraham, el ortodoxo, quien nunca fue idólatra. Creemos en Dios y en lo que se nos ha comunicado, y él lo que se le dijo a Ismael, y a Isaac, y a Jacob, y a las tribus, y en lo que se comunicó a Moisés y a Jesús, y en lo que se comunicó a los profetas del Señor; no establecemos ninguna distinción entre ellos y en Dios confiamos.

Dicen los escritores musulmanes que la ley de Moisés había sido durante mucho tiempo la guía fundamental del pensamiento y de la conducta humanas, pero más tarde fue sustituida ventajosamente por los evangelios, en los que se relata la reforma que hizo Jesús, el Cristo, a las antiguas tradiciones, con objeto de redimir a los hombres de todos los vicios en los que habían caído; el Corán venía a sustituir estas tradiciones ya rebasadas por la degradación de las costumbres y la vuelta a la idolatría. Pero la interpretación que se contiene en el Corán se considera la definitiva, no podría haber en el futuro una interpretación más acabada de la ley de Dios; Mahoma es el mayor de los profetas que han existido y ciertamente quien ha captado con auténtica lucidez la voluntad de Dios. Aquí encontramos los elementos fundamentales de la fe islámica: No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su profeta. Esta es la propuesta que se repite todos los días en el mundo islámico, desde la época de Mahoma hasta la fecha, y en realidad es una frase cargada de sentido, pues representa un rechazo tajante y reiterado al politeísmo y a la idolatría, aceptando la idea de un dios único y abstracto, pues Alá no puede ser representado, cualquier imagen de Dios no puede ser Dios mismo, sino solamente una concepción humana de él, por lo que es una tergiversación de la esencia divina y el adorarlo es un acto impío, contrario a la naturaleza de la comunicación entre Dios y el hombre, por otro lado, la declaración de que Mahoma es el "representante" o el "profeta" de Dios es un imprescindible acto de fe, pues indica la aceptación de que la palabra de Mahoma, que es la del Corán, no es una interpretación humana, sino la palabra del mismo Dios, quien ha permitido que un mortal traduzca en términos humanos la esencia de la verdad que es Dios mismo y que no es dable al hombre el conocer por medio de la simple razón; así que esta propuesta fundamental de la fe podría reducirse a dos elementos: monoteísmo y revelación. 

Todos los elementos particulares de la fe islámica se encuentran en el Corán, y de estos elementos se pueden destacar algunos de particular importancia: se proclama también la existencia de los ángeles o espíritus protectores, la creencia en la resurrección de la persona en su integridad, o sea en cuerpo y alma, después del juicio final, además de que se hace énfasis en la predestinación, por lo que se considera que el Islam es una doctrina "determinista". Todo el edificio ideológico de Mahoma tiene sus cimientos en la Biblia, particularmente en la Mishná y en el Talmud, pero muy especialmente en el nuevo testamento, de manera que el Islam está más emparentado con el Cristianismo que con el Judaísmo ortodoxo; aunque debemos considerar que las fuentes cristianas de Mahoma son las sectas orientales, en las que es menor la diferencia entre el judaísmo y la reforma cristiana; de cualquier manera, en el Islam se considera que el Cristo fue el más grande profeta antes de Mahoma, pero se considera impía cualquier alusión a su divinidad, además de que la doctrina de la trinidad es ofensiva, pues niega la unidad de Dios, además de que se considera también una grave desviación al mensaje de Cristo la adoración de imágenes, tanto del mismo Cristo como de ángeles y santos, lo que no es solamente una consideración del Islam, sino también de algunas sectas cristianas, como es el caso de los nestorianos, con quienes tuvo contacto Mahoma. 

Además de las imágenes de dioses o semidioses, el Islam primitivo prohibía toda representación de la figura humana, Mahoma decía que los ángeles no entrarían jamás en una casa donde hubiera tales imágenes pues se confundirían con las personas reales; también decía que los pintores o escultores que retrataban la figura humana, serían condenados en el mundo más allá de la muerte a buscar almas para dar vida a sus representaciones. 

La parte ética del Corán está muy desarrollada, pues incorpora muchos de los preceptos del judaísmo y prácticamente todos los del cristianismo: 

Haz a otros lo que quisieras que te hicieran a ti. 

No trates injustamente a otras personas y no serás tratado injustamente. 

Si algún deudor tiene dificultades para pagar su deuda, el acreedor debe esperar hasta que pueda saldarla sin dificultad; pero todavía será mejor si la perdona. 

Da de comer al hambriento, visita al enfermo y libera al cautivo si se encuentra injustamente encarcelado. 

No mires despectivamente a los demás hombres ni camines por la tierra con insolencia, pues Dios no ama al arrogante ni al que se vanagloria. Debes andar y hablar en tono moderado, pues no hay voz más molesta que la voz de los asnos. 

Existen infinidad de preceptos como estos en el Corán, y entre todos constituyen una especie de ética práctica, una moral para la vida cotidiana, lo que a veces se ha considerado en Occidente como una suerte de ingenuidad del Corán, pero hay que recordar que este sistema responde a las específicas condiciones de un pueblo acostumbrado a la aspereza que imponen las condiciones de la vida en un medio hostil, donde las relaciones humanas tienden a ser tan duras como el desierto. El Corán es un extraordinario esfuerzo civilizatorio y un auténtico vehículo de salvación para mucha gente que de otra manera no hubiera podido sobreponerse al mundo circundante y a la manera de vivir en ese ámbito. 

Con excepción de todo aquello que tuviera visos de idolatría, las tradiciones de los árabes fueron respetadas por Mahoma e integradas al Islam, como es el caso de la peregrinación a La Meca y todos los ritos relacionados con la Kaaba, así como los del pozo de Zem-Zem y otra serie de rituales, e incluso mitos y leyendas particulares de las regiones, siempre que no se confrontaran con los preceptos básicos de la fe islámica. 

Asimismo, se incorporó la costumbre de los rezos de cara a La Meca, precedidos por las abluciones, lo que perdura hasta nuestros días. Al final de cada oración se recita el verso con el que comienza el segundo capítulo del Corán, que tiene una gran fuerza poética, como veremos a continuación: 

¡Oh Dios! No hay más Dios que Él,

el que vive;

el que vive siempre,

que no duerme ni tiene sopor.

 

A él pertenecen los cielos y la tierra,

y todo lo que en ellos se contiene. ¿Quién intercederá ante él sin su permiso?

Él conoce el pasado y el futuro, pero nadie puede entender nada de lo que él sabe

si no es por su revelación.

 

Su poder se extiende por cielos y tierra,

y sostiene a ambos sin esfuerzo

Él es el Altísimo, el Poderoso. 

Para Mahoma, la oración es de gran importancia para el desarrollo espiritual y debe estar integrada a la vida diaria. "Los ángeles -decía- están entre nosotros día y noche", de lo que podemos colegir que en cualquier momento la oración es recogida por los enviados de Dios, que están presentes en todo lo que hacemos, y es de considerarse que de todo toman nota, pues otra de las creencias que el Islam comparte con el cristianismo es el que al final de los tiempos habrá un gran juicio en el que se abrirán los expedientes de cada quien para darle la ubicación que merezca en el nuevo orden, que vendrá después del cataclismo del último día, que fue una de las primeras revelaciones que tuvo Mahoma y que él describe en el Corán de la siguiente manera: 

En el nombre del Dios misericordioso, llegará el día en que el sol se oculte y las estrellas caigan de los cielos. 

En el que se abandone a la camella a punto de parir y las fieras salvajes se reúnan movidas por el miedo. 

En que las olas del océano hiervan y las almas de los muertos vuelvan a unirse a sus cuerpos. 

En que la niña enterrada viva pregunte: ¿Qué delito he cometido para que me sacrifiquen?, y se abran los libros eternos. 

En que los cielos desaparecerán y el infierno arderá violentamente, y se harán patentes las alegrías del paraíso. 

Ese día toda alma sabrá lo que ha hecho. 

En verdad, yo les juro por las estrellas que se mueven con rapidez y se pierden en el brillo del sol, y por la oscuridad de la noche, y por el amanecer del día, que éstas no son las palabras de un mal espíritu, sino las de un ángel lleno de dignidad y poder, que goza con la confianza de Alá y es reverenciado por los ángeles a él sometidos. Estos no son desvaríos de Mahoma, que es vuestro compañero. Él ha visto al mensajero celestial en la luz del horizonte claro, y las palabras a él reveladas quieren ser una advertencia para todo ser viviente. 


Fuente: 
Los Grandes – Mahoma, Editorial Tomo, p. 45 – 52.

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