La monja filósofa. La obra literaria

Dice Emilio Abreu Gómez en su Semblanza de Sor Juana que "su obra responde tanto a la realidad de su vida como a las condiciones de su tiempo... En su obra está presente como en un enigma, la personalidad de su ser, que lucha por realizarse..."

Desde el año 1680 hasta el 1688 sor Juana vivió una época de gran producción literaria en la que abundan sus admirables sonetos, endechas, glosas, quintillas, décimas, redondillas, ovillejos amorosos, religiosos, filosóficos y satíricos, numerosos romances y otras composiciones. Esta cualidad la sitúa, según Tomás Navarro, entre los más altos poetas de su periodo, apenas igualada por ninguno anterior. En los villancicos, quizá uno de los aspectos menos estudiados de su obra, despliega su mayor riqueza.

Obras de todo género y tipo, cortesanas y religiosas, se van acumulando en su producción. Comedias de enredo, como Los empeños de una casa y La segunda Celestina, tal vez escrita con Agustín Salazar y Torres; comedia mitológica, como Amor es más laberinto, escrita en colaboración con Juan de Guevara; tres autos sacramentales, El Divino Narciso, El Cetro de José y El Mártir del Sacramento (San Hermenegildo), en los que utilizando la poética de Calderón de la Barca nunca desmerece de su modelo; en las loas que preceden a los dos primeros autos mencionados se reitera la relación de los sacrificios humanos aztecas con la Eucaristía, conce­diéndole derecho de existencia a la religión de los antiguos mexicanos.

Primero Sueño es un extraordinario poema en forma de silva de 975 versos en el que rivaliza con el Góngora de las Soledades, y del que ella misma dijo: "No me acuerdo de haber escrito por mi gusto sino un papelillo que llaman El Sueño". En Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe (1982), Octavio Paz traza las principales diferencias entre los dos poe­tas: "La poetisa mexicana se propone describir una realidad que, por definición, no es visible. Su tema es la experiencia de un mundo que está más allá de los sentidos". Y José Gaos, filósofo español exiliado en México, advierte: "El poema de Sor Juana es un astro de oscuros fulgores absolu­tamente señero en el firmamento de su edad".

Gracias a la condesa de Paredes, su mecenas y musa, se publicó en España Inundación Castálida; el primer volumen reunía sus doce primeras loas y se publicó en Madrid en 1669, y el Segundo volumen en la ciudad de Sevilla en 1692. De esta obra, cosa insólita, se hicieron veinte reediciones españolas de 1689 a 1725, incluidas las de Fama y obras póstumas (Madrid, 1700).

Hasta 1950 se carecía de una buena edición de su obra. Por eso, en 1951, Alfonso Méndez Plancarte la ordenó en cuatro tomos, obra que hoy sigue siendo la versión más completa y autorizada de la que se dispone en España; en 1995, la Universidad Nacional Autónoma de México pu­blicó los facsímiles de sus primeras ediciones.

La obra de Sor Juana comprende poesías líricas, dra­máticas, alegóricas, sacras, festivas y populares.

De la lírica sorjuanesca hay unas seis decenas de Ro­mances, sacros unos y amorosos otros; numerosas Décimas y Sonetos, con temas muy variados: amor, agradecimiento, historia, mitología y moralidad. De carácter sacro son los Villancicos y las Letras: los primeros, pequeñas composicio­nes de tono religioso que se entonaban por Navidad, la Asunción y la Concepción; y las segundas de temas ver­náculos que se cantaban en las iglesias como parte de la función coral.

La obra dramática la forman sus Autos Sacramentales, Loas y Comedias. Los Autos son tres: El Divino Narciso, El Cetro de José y el Mártir del Sacramento.

Las Loas son como treinta, la mayoría escritas en ala­banza de personajes de la corte. Sus piezas dramáticas pro­fanas son dos: Los empeños de una casa, comedia de capa y espada, y Amor es más laberinto, obra culterana.

En prosa escribió: Neptuno alegórico, Explicación del Arco, Razón de la fábrica alegórica y aplicación de la fábula, Carta Atenagórica y Respuesta a Sor Pilotea de la Cruz.

Los poemas de amor profano de Sor Juana, — a juicio de Marcelino Menéndez y Pelayo—, son de los más suaves y delicados que hayan salido de pluma" de mujer, entre ellos el Romance de la ausencia, las Liras, los sonetos A la Rosa, Detenté sombra, A la muerte del Duque de Veragua y sus popu­lares Rondillas.

Sor Juana dominó el latín y dejaron huella en su formación dos pilares de la cultura clásica: la filosofía aristotélica y la mitología. Hay en su obra numerosas alusiones al pai­saje, la gastronomía y los indios mexicanos; y aun compu­so breves alabanzas en lengua náhuatl. 


Fuente: 
Los Grandes Mexicanos – Sor Juana Inés de la Cruz, Editorial Tomo, 3° edición, p. 105 – 108.

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