Naturaleza y Ética en Aristóteles

Metafísica.

“El hombre desea por naturaleza saber”. Según Aristóteles lo que el hombre desea conocer son los primeros principios y causas de la realidad. Así, la Metafísica no se ocupa de una región particular del ente, sino que se define como la ciencia del ente en cuanto ente y por lo tanto como la ciencia más general.

La Metafísica aristotélica es sustancialista y se basa en el Principio de Identidad reflejado en el axioma de no contradicción: un ente no puede tener a la vez un atributo y su negación. Según Aristóteles esta ciencia no es práctica (techné) si no puramente especulativa.

En todo ente podemos distinguir dos formas de ser: sustancia y accidentes; un ente es una sustancia que lleva o soporta unos accidentes. La analogía del ser es la “proporcionalidad” respecto al cambio. De tal manera que en el ente encontramos una forma de ser (la sustancia) que no puede cambiar y otra forma de ser (los accidentes) que sí pueden cambiar. A diferencia de la filosofía platónica, Aristóteles recurre a un dualismo ontológico para explicar qué permanece y qué cambia en la naturaleza.

Aristóteles distingue entre sustancia primera o el individuo en sí y sustancia segunda (género y especie). A diferencia de Platón, para Aristóteles son las ideas las que dependen de las cosas siendo más importante la sustancia primera. Cosas e ideas son en Aristóteles inseparables.

Tipos de entes (cosmología): la cosmología aristotélica está influenciada por Eudóxo. El cosmos es finito, geocéntrico, jerarquizado (región supralunar-sublimar), cualitativo. En la cúspide del sistema encontramos el motor inmóvil, acto puro, Dios inmaterial que origina el movimiento en el cosmos. El primer motor pone en movimiento la esfera de las estrellas fijas; mueve la esfera de Saturno, y así sucesivamente, hasta el orbe lunar.

Estas esferas están constituidas de éter, elemento incorruptible. El movimiento de los astros es circular. Por debajo del orbe sublunar se encuentra la estática Tierra, en el centro del cosmos, estructurada según los cuatro elementos (Empédocles).

FÍSICA: Todos los seres naturales tienden a alcanzar la perfección que les es propia. Esta convicción fundamental surgió y fue elaborado por Aristóteles bajo la influencia de sus estudios biológicos. El modelo aristotélico de la naturaleza es un modelo teleológico.

Aristóteles interpretó el bien o fin como el cumplimiento de la tendencia que lleva a todos los seres hacia su propia perfección. En la filosofía aristotélica la teleología es inmanente, a diferencia de la platónica, en la que el bien es trascendente. Para Aristóteles la naturaleza es un principio interno de movimiento y desarrollo.

La física se ocupa de los seres o sustancias que poseen existencia real y están dotados de movimiento.

Lo que no es, pero puede ser, se halla en potencia y aquello que es actualmente se halla en acto. Aristóteles explica y define el movimiento como paso o tránsito de la potencia al acto.

El movimiento se distingue en dos clases: el cambio sustancial, generación o destrucción; y cambio accidental, cuantitativo, cualitativo, local. Los elementos que intervienen en el movimiento son: algo que permanece, algo que desaparece y algo que aparece. Lo que permanece es un sustrato último (HYPOKHEIMENON). La materia es potencia. En el cambio sustancial la materia última se actualiza adquiriendo formas (Teoría Hylemórfica). Todo ente es un compuesto indisoluble o inseparable de forma y materia. En la materia se distinguen dos tipos: -materia segunda o material; -materia primera o sustrato. La forma es más importante porque constituye el principio de cognoscibilidad de las cosas. A diferencia de Platón forma y materia son inseparables.

Las causas son principios constitutivos de los entes. Así, todo conocimiento es conocimiento de las causas. Éstas se dividen en: intrínsecas (formal-material) y extrínsecas (eficiente y final). En la causa final se revela el carácter teleológico de la naturaleza.

Heidegger (s. XX) definirá la Metafísica como onto-teo-logía o conocimiento sobre la relación de los entes con Dios. En Aristóteles esta relación se da a través del movimiento o cambio.

Ética.

Esta ética es teleológica (el hombre tiende a un fin propio), eudaimonista (el fin propio del hombre es la felicidad). A diferencia de Platón, Aristóteles admite la existencia de una pluralidad de bienes o fines. Pero se trata de encontrar qué bien o fin no es un medio sino que es autosuficiente o deseado por él mismo.

La pregunta sólo puede ser contestada analizando la naturaleza humana. Cada ser consigue el bien realizando la actividad que le es propia y natural. Este principio, que la felicidad consiste en el ejercicio de la actividad propia de cada ser, es una consecuencia que se sigue de la concepción teleológica de la naturaleza. La actividad más propia y natural del ser humano, la que corresponde más adecuadamente a su naturaleza, es la actividad intelectual. Por tanto, la forma más perfecta de felicidad ha de ser la actividad contemplativa. La felicidad no es un estado, sino una actividad que ha de surgir del alma y durar toda la vida.

La consecución de esta forma de felicidad exige la posesión de ciertos bienes corporales y exteriores, muy especialmente, la posesión de las virtudes morales. La felicidad se define como una vida conforme a la virtud (areté). Al igual que la felicidad, la virtud depende del alma. En el alma encontramos capacidades, pasiones y hábitos, la virtud depende de los hábitos (ethos) porque estos generan en nosotros cierta héxis o predisposición. Tendremos que habituarnos o tener el carácter que desarrolla la razón.

En su reflexión acerca de la virtud Aristóteles distingue dos tipos de virtudes en el ser humano: las virtudes intelectuales (dianoéticas), que perfeccionan el conocimiento, y las morales (éticas), que perfeccionan el carácter, el modo de ser y de comportarse. Esta distinción implica una crítica al intelectualismo ético, socrático-platónico.

Entre las virtudes o excelencias éticas Aristóteles introduce una de enorme importancia para la vida práctica: la prudencia (phrónesis).

El término medio: Aristóteles define la virtud en general como “un hábito de elegir constantemente en un término medio subjetivo a nosotros”, término medio que es “establecido racionalmente, es decir, como lo establecía un hombre prudente”. Es la elección subjetiva entre dos extremos igualmente perjudiciales (exceso, defecto). Se aplica a acciones y pasiones. En la virtud y el vicio, oral no cabe ya hablar de término medio.

Política.

“El estado es algo producido por la naturaleza, y el hombre es por naturaleza un animal político”. La política es la ciencia más importante porque su objeto es la felicidad de todos los ciudadanos. Aristóteles distingue entre un origen genético de la polis (oikós, aldea, polis) y un origen metafísico (finalidad): garantizar la subsistencia material. Si la felicidad consiste en la vida contemplativa ésta requiere el lenguaje como un hecho social. Defiende el concepto de ISONOMIA (constitucionalidad) y aplica el término medio a la política (gobierno de la clase media)

Antropología.

El alma es la forma de cuerpo (que es materia) y es el acto. El alma actualiza esta potencialidad haciendo que el organismo viva, que sea viviente de hecho. No se trata, como afirmaba Platón, de una unión accidental ni antinatural, sino de una unión natural y sustancial, ya que el alma (forma) y el cuerpo (materia) constituyen  juntos una única sustancia (aplica a la concepción del hombre la teoría Hylemórfica).

Distingue en el alma: alma racional (propia del hombre), alma sensitiva (la comparte con animales), alma vegetativa (la comparte con animales y plantas).

Epistemología.

Aristóteles es el creador de la lógica o lenguaje cuyo objeto es el conocimiento o la verdad. Para esto tiene que haber una correspondencia entre el plano Ontológico (sustancia es accidentes) y el plano lógico (sujeto es categorías). Así la verdad se define como la adecuación del pensamiento a la realidad, siendo la proposición el lugar de la verdad y falsedad. Con el axioma de no contradicción se corresponde el principio de tercero excluso: una proposición no puede ser a la vez verdadera y falsa.

Si el conocimiento lo es de las formas y estas son inseparables de la materia comenzará por los sentidos. Así, el método de conocimiento aristotélico es la inducción: observar para abstraer una propiedad o ley común. El razonamiento en Aristóteles se denomina silogismo. El silogismo conecta lo universal y lo particular. 



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