Metro de la Ciudad de México. Inicios

Las grandes ciudades se caracterizan por conflictos viales debidos a la elevada demanda de transporte e intensa actividad económica. El Distrito Federal inició el siglo XX con aproximadamente 540 000 habitantes y 800 vehículos para satisfacer su demanda de transporte. Para 1953 la población se había incrementado a 3.5 millones y en 1960 la cifra superaba los 4.5 millones. Para 1964 había una fuerte tendencia hacia los 5 millones de habitantes en contraste con las 7200 unidades de transporte público que circulaban por la capital (casi un 40 % de los viajes totales se hacían en el centro de la ciudad).

 

Existen antecedentes poco documentados sobre las propuestas de trenes metropolitanos en la Ciudad de México: estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1958, presentaron el proyecto de un monorriel para la Ciudad de México como tema de tesis; en 1960 Vicente S. Pedrero y Ramón C. Aguado presentaron al Departamento del Distrito Federal estudios de factibilidad para la construcción de un monorraíl, y en 1965, José María Fernández desarrolló un proyecto para la construcción de un sistema de transporte elevado y subterráneo.

 

El ingeniero Bernardo Quintana Arrioja, fundador de la empresa mexicana Ingenieros Civiles y Asociados, SA de CV, hoy Empresas ICA, SAB de CV, elaboró estudios que permitieron la creación de un anteproyecto, y posteriormente un proyecto, para la construcción de un sistema de transporte masivo en la Ciudad de México. La propuesta del proyecto se presentó en 1958 a Ernesto P. Uruchurtu, regente de Ciudad de México de 1952 a 1966, quien la rechazó al considerarla económicamente costosa. Uruchurtu habría aconsejado al presidente Adolfo López Mateos negar el proyecto del metro en favor de promover más vías rápidas en la ciudad. Además, por entonces, México había roto relaciones con el Banco Mundial, por lo que carecía de fuentes para un financiamiento de gran magnitud. Además, el 28 de julio de 1957, un sismo de 7.7 grados en la escala Richter dañó diversos edificios del centro de la ciudad, hecho que provocó la desconfianza entre las autoridades para construir proyectos de grandes dimensiones como el presentado por Bernardo Quintana.

 

Luego de una visita a Japón en 1961, Quintana impulsó dentro de ICA la idea del metro. Dentro del mismo se vaticinaba que el proyecto fracasaría, por lo que Quintana trabajaría en los siguientes años en el desarrollo del mismo. Dada la renuncia de Ernesto P. Uruchurtu, Quintana presentó nuevamente su proyecto de transporte en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz. De nueva cuenta el obstáculo resultó el costo elevado de la obra. Gustavo Díaz Ordaz decidió aprovechar el acercamiento del presidente francés Charles de Gaulle hacia Latinoamérica. Alex Berger, empresario francés, entonces esposo de la actriz María Félix, amigo de Bernardo Quintana, fungió como mediador entre los gobiernos francés y mexicano para la obtención del crédito. Como resultado de la negociación, el gobierno mexicano cubrió el costo de la obra civil, estudios de geotecnia, diseño de estaciones, entre otros, y el gobierno francés la obra electromecánica. El proyecto de inversión llamado entonces "llave en mano", fue hecho por un consorcio entre la Compañía Mexicana de Comercio Exterior, la Cie Francaise d'Imporation et d'Exportation y el Banque Nationale de París. Los fondos franceses se pagaron a 30 años con una tasa del 3 % anual.

 

Alfonso Corona del Rosal, entonces regente de la ciudad, convenció al presidente Díaz Ordaz de aceptar el metro luego de que el alcalde de Montreal le mostrara la construcción del metro de esa ciudad con técnicas francesas, de que conociera el metro de París y de la confianza en Quintana en la ejecución de obra pública. Se optó por el sistema de rueda neumática, por ser más adecuado al suelo de Ciudad de México, ya que absorbe el impacto de los hundimientos diferenciales y reduce el ruido por golpeteo, y había sido probado con éxito en París y Montreal.

 

Una de las principales preocupaciones del gobierno mexicano era la seguridad de la obra civil por las condiciones del suelo de la ciudad, por lo reducido del espacio en ciertas zonas de la ciudad para construir y por estar en un área sísmica, por lo que se formó una comisión de ingeniería mexicana y francesa, resolviendo los distintos retos que planteaba el metro de la capital mexicana basados en la experiencia del metro parisino.

 

El 29 de abril de 1967, se publicó, en el Diario Oficial de la Federación, el decreto presidencial que crea el Sistema de Transporte Colectivo, organismo público descentralizado, para construir, operar y explotar un tren rápido subterráneo como parte del transporte público del Distrito Federal.

 

En el cruce de Av. Chapultepec con la calle Bucareli, el 19 de junio de 1967, se realizó la ceremonia de inicio de obra para construir la línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo. Aunque no era el plan original, el gobierno de México cedió a Grupo ICA la obra civil y electromecánica con el fin de aumentar la responsabilidad de esa empresa en caso de fracaso. Quintana habría planteado el programa de construcción "40 kilómetros de vía de operación en 40 meses de ejecución", trabajando para ello 38 mil trabajadores y 800 técnicos 24 horas, los 7 días de la semana. Para solucionar los efectos de la sismicidad capitalina, se optó por construir estructuras flexibles con los sistemas túnel de cajón y el de muros de Milán. Dicho sistema se basa en abrir zanjas para las paredes del túnel, estas se cuelan y se dejan fraguar, se realiza una excavación entre ambos muros, luego se cuela el firme del piso y por último la losa. De esta manera se previene el riesgo de deslaves del suelo y daños al entorno. Además, se utilizó un sistema de compensación del peso del suelo desplazado, en donde el túnel tiene que pesar lo mismo que el volumen de suelo que se sustrajo, basado en el principio de Arquímedes.

 

La obra tuvo un costo total de MXP$ 2,530 millones, de los cuales, MXP$ 1,630 millones provinieron del crédito francés y MXP$ 900 millones por parte del Departamento del Distrito Federal.

 

El 4 de septiembre de 1969, Gustavo Díaz Ordaz y Alfonso Corona del Rosal, Regente del Distrito Federal de 1966 a 1970, inauguraron formalmente el servicio entre las estaciones Chapultepec y Zaragoza. Un tren construido por la compañía francesa Alsthom, modelo MP-68, decorado con franjas tricolores y el escudo nacional mexicano a sus costados, realizó el recorrido inaugural entre las estaciones Insurgentes y Zaragoza. El metro entró en operaciones un día después, el 5 de septiembre de 1969 a las 5ː58 horas. Las primeras personas que compraron un boleto del metro en la taquilla de la estación Chapultepec fueron Gladys Pereyra Robles, estudiante de idiomas; Mario Medrano, comerciante, y Mario Jesús Ríos, estudiante, quienes fueron atendidos por Carlos Chávez Zempoaltécatl, taquillero. En la entonces terminal Zaragoza, los primeros en abordar el primer convoy del día fueron Francisco Cervantes Alcalá y Juan Cáceres, así como otras 27 personas.


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