La victoria turca (septiembre de 1922) fue confirmada un año más tarde por la firma del Tratado de Lausana, que suprimió la autonomía de Kurdistán, integrando sus territorios en el mapa de la actual Turquía. Más de un millón de griegos fueron deportados de Anatolia. A pesar de la victoria, los turcos ya habían perdido la mayor parte de los territorios que componían su antiguo Imperio. Entre ellos, los de Oriente Próximo, que quedaron en manos de Gran Bretaña y Francia.
En octubre de 1923, tras proclamarse la República, el presidente Atatürk ordenó que Ankara reemplazara a Estambul como sede del gobierno y abolió el califato, lo que abrió las puertas a la secularización de Turquía. Esta medida supuso la supresión de los tribunales musulmanes, el final de la poligamia, la obligatoriedad del matrimonio civil, la introducción del alfabeto latino en detrimento del árabe y del persa, y la posterior otorgación del derecho al voto a las mujeres (1932). El sistema de partido único (Partido Republicano del Pueblo) prevaleció prácticamente hasta el año 1945.
El mayor problema que surgió tras la finalización de la Primera Guerra Mundial fue la decisión de los británicos (1920) de favorecer el establecimiento de colonias judías en Palestina, lo que iba a provocar años después un conflicto que todavía hoy baña de sangre Oriente Próximo. En 1937, Londres prometió la limitación de la inmigración judía y la creación de un Estado palestino que daría cabida a árabes y judíos. Sin embargo, dos años después estalló la Segunda Guerra Mundial, lo que paralizó el proyecto.
Tras la derrota de la Alemania nazi, Palestina vio cómo se incrementaba la llegada clandestina de judíos que habían sobrevivido a los campos de exterminio del Tercer Reich. Finalmente, Naciones Unidas rubricó la creación de Israel (1948), cuyo territorio iba a ocupar la mitad de Palestina. La Liga Árabe Egipto, Arabia Saudí, Trasjordania, Irak, Líbano y Siria reaccionó declarando la guerra al nuevo Estado judío, un conflicto bélico que continúa hoy provocando una profunda convulsión en Oriente Próximo.
En el arranque del siglo XXI, los árabes constituyen únicamente el 20% de los más de mil quinientos millones de musulmanes que pueblan el planeta. El resto lo componen los turcos -incluye los pueblos de cepa turca que habitan en la extinta Unión Soviética—, los bereberes del Magreb, las poblaciones iranias, las que viven en India y Pakistán, las que siguen el Corán en países africanos, y las que han prosperado en China, Malasia e Indonesia.
Fuente:
Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 70 – 71.
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