Tanto los Estados nacionalistas como las monarquías conservadoras plantearon la modernización como uno de sus ideales. En la práctica ésta resultó superficial, un crecimiento sin desarrollo que benefició a las oligarquías y a los reducidos círculos del poder. De esta manera coexistirían una élite con acceso a una modernidad de rasgos occidentales y amplias masas para las que se exhibían los signos de la prosperidad, de la que al final quedaban excluidas, y se predicaba una moral tradicional como base del orden social. El señuelo de la modernización y sus selectivas realizaciones fueron vistas por gran parte de la sociedad como el privilegio de una minoría selecta o como una imposición de las potencias occidentales.
En este ambiente comenzó a prosperar el islamismo, como la opción al nacionalismo político o a las estructuras conservadoras de las monarquías; creció tras el fracaso de las transformaciones que siguieron a la descolonización. No cuajaron, en cambio, las nociones nacidas en el mundo occidental (nacionalistas, liberales, socialistas, comunistas...), afectadas por el mismo desprestigio que sufrían los esquemas gubernamentales, de parecida filiación ideológica.
La invocación al islam había tenido ya participación en la política. Los regímenes nacionalistas se definían como laicos, aunque hicieron profesión de fe en el islam como elemento de identidad, sin que de inicio fuera su fuente de legitimación. Con el paso del tiempo jugaría este papel, al desgastarse la idea nacionalista. Las monarquías conservadoras, que se presentaban como guardianes de la autenticidad religiosa, acudían al islam para justificar las estructuras tradicionales y de esta manera mantener el orden social.
El
islamismo dista de esos usos simbólicos. Propone que la política y la sociedad
se construyan sobre una interpretación integrista del islam. La religión
serviría no ya para legitimar el poder, sino para diseñarlo. Los principios
coránicos orientarían la legislación y los comportamientos públicos y privados.
Por Manuel Montero en Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 92 – 93.
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