Mundial Inglaterra 1966. Traje a la medida

La polémica posterior al tanto decisivo apunta a que el balón nunca entró, el broche de oro de un torneo armado para favorecer al equipo anfitrión.

“El balón nunca pasó la línea”, aseguró Franz Beckenbauer sobre el dudoso gol que le anotó el Equipo de la Rosa a la RFA en la Final de Inglaterra 1966, donde los anfitriones ganaron la Copa Jules Rimet.


El propio anotador de ese tanto, Geoffrey Hurst, quien convirtió tres de los cuatro goles ingleses en ese duelo, aceptó: “Debo admitir que da la impresión de que el balón no cruzó la línea de meta”. Sin embargo, su compañero Bobby Charlton fue tajante: “Con ese gol o sin él habríamos ganado, éramos mejores”.

Era el primer tiempo extra y el marcador estaba 2 – 2, cuando al minuto 101, Alan Ball centró por derecha para Hurst, quien recibió, se acomodó y sacó un disparo de media vuelta que se estrelló en el larguero de la puerta de Hans Tilkowki y picó en los linderos de la línea de gol. En medio de la duda, el árbitro suizo Gottfried Dienst recurrió a su juez lateral, el soviético Tofik Bakhramov, y dio el tanto por bueno; años más tarde reconoció: “no vi entrar el balón, pero Dienst descargó sobre mí toda la responsabilidad. ¿Qué podía hacer?”.

Pero la Conquista de la Copa Mundial por parte de los ingleses no se gestó el 30 de Julio de 1966 en Wembley, sino seis años antes, el 22 de Agosto de 1960 durante un Congreso de la FIFA en Roma, cuando el presidente de dicho organismo, el inglés Stanley Rous, consiguió que la sede mundialista se le otorgara a su nación, luego de hacer lo imposible.

El favoritismo hacia el local no se hizo esperar, aunque en este torneo fue demasiado evidente.

Primero durante el sorteo de grupos realizado el 6 de Enero de 1966, tras el que se determinó que Inglaterra jugaría en Londres y con un calendario que le permitió descansar hasta cinco días, mientras que el resto de las potencias (Brasil, Hungría, Portugal, Alemania Federal, Italia y Argentina) tendrían menos días entre partidos y en canchas alejadas de la sede de la Final.

En la relación final de silbantes aparecieron seis británicos (cuatro ingleses, un escocés y un irlandés). Con ese hecho surgió la lucha encarnizada de los equipos y silbante europeos contra los sudamericanos.

La prueba de ello se dio en Cuartos de Final, cuando el juez alemán federal Rudolf Kreitlein le regaló el partido contra Argentina a los ingleses al expulsar a los 35 minutos a Antonio Rattin y el inglés Jim Finney hizo lo propio con la RFA frente a Uruguay, pues echó Horacio Troche y Héctor Silva. Acerca de la expulsión al armador argentino, el silbante se justificó: “Me miró con mala intención, por eso intuí que me había insultado”.

Con la intención de frenar a Brasil, el entonces Bicampeón (en Suecia 1958 y Chile 1962), los organizadores lo colocaron en el ‘grupo de la muerte’ (con Portugal, Hungría y Bulgaria). No conformes con ello, los búlgaros y los portugueses maltrataron físicamente a Pelé, pero ni el silbante alemán federal Kurt Tschencher, quien ocupó el sitio del mexicano Fernando Buergo tras su baja del Mundial a cinco días de la inauguración, ni el inglés George Mc Cabe, sancionaron las arteras faltas. Así, los brasileños fueron la decepción del torneo al ganar un partido, perder en dos y dejar el trono.

Por su parte, los lusitanos, que consiguieron el tercer lugar comandados por Eusebio, fueron la sensación al ser el equipo más ofensivo, con 17 goles, nueve de los cuales fueron anotados por la Pantera Negra, quien con dicha cantidad se consagró campeón de goleo. A propósito de ello, el Daily Sun publicó: “Si Pelé se fue cojeando hacia el olvido, el torneo produjo una estrella de mayor brillantez: Eusebio”.

Bobby Moore, el capitán inglés, considerado el Mejor Jugador del Mundial, recibió la Copa Jules Rimet de manos de la reina Isabel II. Una copa comprada por la corona, la única ganada por los ingleses hasta hoy.


Fuente: Por Diego Hernández en Récord. Ediciones Especiales. Todo sobre Sudáfrica 2010, p. 72 – 73.










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