Mundial Suiza 1954. ‘Maldición Extraña’

Así bautizó Sandor Kocsis al césped del estadio Wankdorf, donde los 27 goles húngaros en cinco partidos sirvieron de poco ante el espíritu del equipo alemán.

La neutralidad de Suiza en la Segunda Guerra Mundial, misma que se tradujo en comodidad y desahogo económico en 1954, le valieron al pintoresco país europeo ser elegido como sede para la quinta edición de la Copa del Mundo, justo cuando el organismo rector del balompié mundial cumplía 50 años.

El Campeonato sería recordado como el último Mundial en el que las escuadras presentes se lanzaron abiertamente al ataque, aunque con un pequeño tinte de violencia.

Además, fue el primer Mundial televisado, por lo que en su carácter como fenómeno masivo colocó la primera piedra en la justa de la nación helvética para convertirse en lo es actualmente.

Ese año, Jules Rimet se despidió de la presidencia de la FIFA y se convirtió en presidente honorario, aunque por poco tiempo, ya que murió tan sólo un año más tarde.

En Cuartos de Final, Hungría sobrevivió a toda una batalla campa contra Brasil.Los sudamericanos reaccionaron con juego violento a un arbitraje que consideraron injusto y el encuentro terminó con una gresca callejera en los vestuarios originada por un botellazo que recibió Joao Carlos Pinheiro, presuntamente a manos del capitán del equipo húngaro Ferenc Puskas, quien se encontraba entre el público debido a una lesión.

Nilston Santos y Jozsef Boszik fueron expulsados por trenzarse a golpes. El saldo fueron tres jugadores brasileños, dos húngaros, tres policías y dos dirigentes húngaros lesionados. Todo quedó en una sanción que no se aplicó a los dos equipos, sino solamente a algunos de los involucrados. El incidente dio origen al término ‘cámara húngara’ que se aplica desde entonces cada vez que hay algún enfrentamiento en la cancha.

El Mundial de Suiza vivió la primera eliminación de Uruguay en un Mundial, Campeón en las dos ediciones que jugó (1930 y 1950) y ausente en los dos torneos disputados en Europa. Hungría les arrancó la posibilidad de seguir luchando por la Copa en Semifinales durante uno de los partidos más hermosos de la historia de la competición.

Entre las decepciones, Italia fue la principal víctima importante al caer en la primera fase, lo que dejo a los Bicampeones Mundiales ante su segunda eliminación consecutiva.

Tras derrotar 4 – 1 a Turquía en su primer encuentro, el entrenador alemán Sepp Herberger decidió convocar de urgencia al delantero Helmut Rahn, quien se encontraba de gira con su equipo el Rot – Weiss, en Uruguay.

El telegrama que recibió Rahn era escueto. “Preséntese urgente en Suiza en el primer avión”. Herberger no se equivocó. El delantero anotó cuatro tantos en la misma cantidad de juegos, incluyendo dos en el partido por el título, un capítulo bautizado como ‘El Milagro de Berna’.

Todos señalaban a los magyares como favoritos, pues no sólo llegaron a la Final con 25 goles anotados, sino que en la cancha asemejaba una máquina imparable.

Herberger realizó cinco cambios a la alineación teutona que había sido masacrada con ocho goles húngaros 14 días antes. El más significativo fue el del portero Anton Turek, quien no jugo aquel partido.

A los ocho minutos, Alemania perdía 2 – 0, lo que hacía vislumbra una segunda goleada en favor de Hungría de Puskas y compañía, pero el espíritu germano salió a flote. Morlock y Rahn marcaron en sólo 10 minutos para emparejar el tanteador 2 – 2.

Tras un tiempo complementario arduamente disputado, parecía que la contienda arribaría al tiempo extra, pero Rahn, a seis minutos del Final, colocó el 3 – 2 asesino.

El balón oficial del Mundial Alemania 2006 llevó por nombre ‘Espíritu de Equipo’ en honor a esta proeza.

El periodista inglés, Brian Glanville, refiriéndose al seleccionado húngaro de Suiza 54, escribió: “Aquél equipo rayó la perfección. Su lugar en la historia es semejante a la de un gran atleta que no conquista una medalla de oro en los Juegos Olímpicos”.

Siete años después, Sandor Kocsis regresó al Estadio Wankdorf para perder la Final de la Copa Europea, con su equipo el Barcelona ante el Benfica. “En este césped pesa una maldición extraña contra todo húngaro que lo pise”, señaló.

Fuente: Por David Cáliz en Récord. Ediciones Especiales. Todo sobre Sudáfrica 2010, p. 48 – 49.









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