Antes de Mahoma este templo ya estaba erigido y albergaba a más de 300 ídolos que el Profeta hizo retirar, dejando así el cubo prácticamente vacío. En el sobrio interior hay tres columnas que se elevan sobre un suelo de mármol, numerosas lámparas cuelgan de la estructura de madera del techo y una escalera de mano conduce al tejado. Cada año es renovada la Kiswa con que la Kaaba es cubierta; se trata de una tela negra de seda con una franja de textos del Corán escritos en oro.
No se
adora el santuario, sino que se utiliza como punto focal de la adoración a Alá,
aunque todo musulmán recuerda la Kaaba en sus oraciones diarias.
Fuente:
Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 42.
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