El comercio desempeñó un papel importante en la vida económica del islam. Para activarlo se utilizaron numerosas rutas terrestres, a través de grandes caravanas de camellos, y vías marítimas que enlazaban los puertos del Imperio y los del mundo cristiano. Una de las rutas importantes era la que transcurría por Siria, Irak, Irán, el Golfo Pérsico, India y China. Los árabes también penetraron en África y mantuvieron contactos comerciales con núcleos no musulmanes, como Constantinopla, Venecia, Génova y las poblaciones veragas (vikingos de Suecia) que habitaban las estepas rusas. Las rutas comerciales constituyeron durante siglos su riqueza y verdadera razón de ser. Por ellas circularon el oro de Sudán, los esclavos negros, la seda, la pimienta y las perlas de Oriente.
Para
imaginar la magnitud de aquellas caravanas basta calcular que un camello podía
transportar hasta 300 kg de carga útil. Y una caravana reunía entre 5,000 y
6.OOO camellos, que en conjunto tenían una capacidad de transporte similar a la
de un velero de carga de la época. Durante siglos, los barcos musulmanes
dominaron el comercio en el Mediterráneo, el mar Rojo y el Caspio, el Golfo
Pérsico y el océano Índico.
Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 56.
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