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William Shakespeare




Ha sido considerado uno de los más grandes poetas y dramaturgos de la historia. En su obra podemos encontrar temas muy diversos, rebosantes de emotividad; pues con la capacidad magistral de su pluma nos transporta hasta el lugar mismo de los hechos, originando toda una gama de sentimientos que van desde los alegres y optimistas hasta los más tristes y trágicos. 

Shakespeare nació en 1564, en Stratford – on – Aron, Inglaterra; y murió en 1616. Sus padres eran prósperos comerciantes, poseedores de una fortuna regular, gracias a la cual, William pudo tener excelentes profesores particulares. Desde su infancia conoció el fascinante mundo del teatro debido a las compañías de cómicos ambulantes que se presentaban con cierta frecuencia en la ciudad. Se casó a los dieciocho años con Anne Hathaway y tuvieron tres hijos: Susan y los gemelos Judith y Hammet.

En 1585 abandona a su familia y parte hacia la gran ciudad de Londres, donde comienza a relacionarse con el apasionante mundo de las letras, y del teatro más que nada.

Shakespeare quedó fascinado por el teatro, y en 1590, ya estaba trabajando como actor: pero al mismo tiempo, estudiaba y corregía los libretos de otros autores, con la incipiente inquietud de escribirlos él. Poco después dio a conocer sus propios libretos que fueron recibidos con gran entusiasmo, y se comenzaron a representar.

Incursionó en la poesía narrativa, pero principalmente en la lírica, componiendo varios hermosos sonetos que están considerados entre los más importantes de la lengua inglesa.

Después de ser actor, se convirtió en socio de la compañía teatral donde actuaba. Luego se vuelve empresario y director, abarcando así todas las facetas concernientes al teatro. Por esto Shakespeare es reconocido como un auténtico escritor de la escena. A diferencia de otros dramaturgos que escribían para el teatro, él lo hacía dentro del teatro mismo; sobre las tablas; en el foro; inundando así el ambiente de una vitalidad contagiosa, producto de su asombrosa inteligencia y de su privilegiada habilidad para expresarse.

A pesar de su rotundo éxito, Shakespeare no quería publicar sus libretos; sólo se editaron dieciséis mientras vivió. Pero existían en Inglaterra, y en toda Europa, infinidad de copias que otros hicieron de la mayoría de sus escritos.

En 1623, dos amigos de Shakespeare recopilaron y publicaron las treinta y seis obras, en un libro con el título de FOLIO. Según ese libro, las corrientes que sigue el teatro de Shakespeare son tres: dramas históricos, comedias y tragedias. Y aunque dicha clasificación se considera incorrecta, continúa vigente.

Dramas Históricos: ‘Julio César’, ‘Hamlet’, ‘Ricardo III’, ‘Otelo’ y ‘El Rey Lear’. En algunos de estos dramas encontramos frases que, debido a su profundidad, se han hecho célebres a través del tiempo: “Mi reino por un caballo”, exclama el cruel Ricardo III al presentir su muerte, o “Ser o no ser, ésta es la cuestión…”, palabras que pronuncia Hamlet al pensar en suicidarse.

Comedias: Son quince, y entre ellas destacan: ‘La fierecilla domada’, ‘El sueño de una noche de verano’, ‘El mercader de Venecia’, ‘Noche de Reyes’ y ‘Las alegres comadres de Windsor’. Dentro de este género encontramos personajes de las más diversas características; algunas veces con el único fin de divertir, y otras ocasiones erigiéndose como portavoces de crítica social.


Tragedias: Son doce, y entre las más importantes tenemos a: ‘Romeo y Julieta’, ‘Macbeth’ y ‘Tito Andrónico’.


Fuente: William Shakespeare – Macbeth, Ed.Tomo.

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