La caída del imperio tolteca y la emigración de los grupos que lo integraban produjeron un vacío en el Valle de México y las regiones vecinas donde solo pequeños grupos toltecas permanecieron. Gracias a ello pueblos nómadas como el de los pames pudieron invadir el centro de México y llegaron hasta la cordillera del Ajusco, el extremo sur de la Altiplanicie.
Los bárbaros provenían de la Sierra Gorda de Guanajuato, Querétaro e Hidalgo, y eran acaudillados por Xólotl y parecía que nada detendría su empuje por la ventaja que en las batallas les daban el uso del arco y la flecha sobre las macanas y lanzadores de los otros pueblos. Habiendo tomado por sorpresa a la población sedentaria de la región fundaron un imperio que se desplomó casi con la misma rapidez que surgió, ya que solo existió en términos reales bajo el reinado de Xólotl y de su hijo Nopaltzin. Los principales grupos chichimecas llegaron a Tula en 1244, luego pasaron a Actopan y se establecieron posteriormente cerca de Tizayuca. En esa época pasaron a Tenayuca y de su estancia los arqueólogos han podido estudiar los restos de una pirámide de posteriores agregados, la cual convirtieron en una imagen de los que llegó a ser el Templo Mayor de Tenochtitlán. El principio de la pirámide fue un modesto y sencillo edificio de cuatro tramos o escalones que abría una superficie de 31 por 12 metros con una altura de 8 metros. Esto sucedió entre 1200 y 1300. Con el curso del tiempo se le superpusieron por lo menos 5 pirámides más, cada una de mayor tamaño y más artística que la anterior, pero siempre manteniendo que hubiera dos escalinatas y dos templos en la parte superior. La costumbre de ampliar un templo simplemente cubriéndolo en vez de destruirlo, y construyendo algo semejante sobre él, se practicó en toda Mesoamérica; según algunos investigadores esta práctica se vinculaba con las fiestas de renovación las cuales en el caso de los aztecas se celebraban cada 52 años. La pirámide de Tenayuca estaba dedicada al Sol, lo cual se desprende de que su eje principal se dirige casi exactamente hacia el punto de la puesta del sol cuando éste está en el cenit, y las cabezas de las dos serpientes de turquesa que rodean a la pirámide miran hacia los puntos del ocaso durante los solsticios de verano y de invierno.
Los chichimecas fueron civilizándose gracias a la influencia de los toltecas que estaban establecidos en Culhuacán y en algunos otros sitios. A Xólotl le siguió como rey su hijo Nopaltzin, quien estrechó los vínculos con los toltecas. Esta labor fue continuada por Tlótzin, hijo de Nopaltzin, y por el heredero del anterior: Quinatzin. Fue este rey quien constituyó el señorío de Texcoco hacia 1318, reinando hasta 1377 y llegando a ser conocido con el sobrenombre honorífico de Tlaltecatzin.
Bajo el gobierno del sucesor de Quinatzin, Techotlala o Techollala, el reino de Texcoco se dividió en principados soberanos. Entre estos principados, el de los tepanecas de Azcapotzalco, ciudad de la orilla noroccidental del lago de Texcoco, llegó a dominar poco a poco el Valle de México. El verdadero fundador de su poderío fue Acolnahuacatzin (1304 – 1363), quien conquistó Tepotzotlán y Coyoacán. Su hijo Tezozómoc (1363 – 1427) continúo con el engrandecimiento del señorío utilizando a los mexicas de Tenochtitlán y Tlatelolco como soldados mercenarios. Los primeros conquistaron Culhuacán en 1367 y los segundos Tenayuca en 1371. Más tarde Tezozómoc permitió que se fundaran los señoríos de Tlatelolco (1375) y Tenochtitlán (1376), y sus respectivos soberanos, Cuacuahtzin y Acamapichtli quedaron como sus aliados en las empresas de conquista. Los tenochcas de este último señor conquistaron para Tezozómoc a Xochimilco (1376), Mixquic (1376) y el poderoso reino de Cuauhnáhuac (Cuernavaca) en 1396.
En 1418 los tepanecas cayeron sobre los tezcocanos de Ixtlilxóchitl y los derrotaron completamente y asesinando de paso a su rey. El hijo de Ixtlilxóchitl, Nezahualcóyotl, logró huir a la sierra y se dedicó a hostigar a los tepanecas. En 1420 Tezozómoc distribuyó sus dominios y conservó para sí a Coatlichan, permaneciendo como un símbolo glorioso para su pueblo. El gran tirano logró construir un estado poderoso gracias a su astucia, paciencia y falta de escrúpulos.
En 1428 Maxtlatan ocupó el trono de los tepanecas y pronto fue derrocado por Nezahualcóyotl y sus aliados Izcóatl y Cuauhtlatehua. En 1450 Nezahualcóyotl emprendió una campaña que lo llevó hasta las costas del norte de Veracruz, agrandando su imperio en forma sorprendente para esa época.
Como científico el personaje más importante de los tiempos prehispánicos es Nezahualcóyotl. También fue audaz y valiente, gran estratega y magnífico arquitecto. Además de poeta fue un teólogo y filósofo que creyó en un dios único y supremo. Astrónomo, estadista y sabio, también fue lo que hoy llamaríamos un urbanista, dividiendo a Texcoco en 30 barrios, donde los que lo habitaban tenían un solo oficio en cada uno de ellos: alfareros, carpinteros, plateros, etc. Construyó además un dique para evitar inundaciones y un acueducto para llevar el agua a su capital. En resumen, Nezahualcóyotl es uno de los hombres más brillantes que produjo el México Antiguo.
Guerra Tolteca – Chichimeca.
Con la revuelta que destronó a Huémac, el rey tolteca (1156), el imperio comenzó su desmoronamiento, proceso que se vio acelerado por la irrupción de numerosas bandas de bárbaros. El grupo más meridional estaba dirigido por Xólotl y se estableció en el Valle de México (1244) y escogieron como su capital a Tenayuca, la cual había sido habitada por los toltecas. El hijo de Xólotl, Nopaltzin se casó con una princesa tolteca proveniente de Toluca.
Religión.
El principal dios de los chichimecas antes de conquistar a los toltecas en Mixcóatl y se le daban como atributos las armas del cazador (arco, flecha y red abalsada). Era el señor de las estrellas del Norte (Mimixcoa; serpientes de nubes) y sus representantes terrestres eran los chichimecas. La estrella polar a su vez simbolizaba al creador del fuego por medio del frotamiento, en tanto que el resto de las estrellas correspondía a los guerreros caídos o sacrificados, por considerarse a estas como las primeras víctimas del sacrificio con el que se alimenta el sol. Por ello Mixcóatl tiene por nagual al venado, el animal de los dioses del fuego, ya que combina en su tocado guerrero las dos plumas de águila y una máscara negra rodeada de pequeños símbolos blancos (el cielo estrellado). Posteriormente los chichimecas adoptaron a los dioses toltecas.
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