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Tlalmanalco, Estado de México




De clima agradable gracias a su altitud de 2,300 msnm, este poblado cuenta con construcciones franciscanas y unos alrededores dotados de hermosos paisajes, en los que se puede dar una agradable caminata o iniciar agradables excursiones. Del centro sólo basta ver el Convento de San Luis Obispo, la Capilla Abierta, el Museo Comunitario Nonohualca y el mercado tradicional para quedarse maravillado con la decoración realizada por las expertas manos de los indígenas.

Entre los lugares a visitar en este municipio mexiquense están:

San Rafael.
Desde el centro de Tlalmanalco, en la avenida San Martín de Valencia, parte el camino al poblado de San Rafael, cuya creación y desarrollo se debió a la construcción de la fábrica de papel del mismo nombre. Aquí hay cosas de estilo francés y edificios antiguos como casinos y un cine. Este sitio está lleno de historias y leyendas.

El impulso industrial que obtuvo esta región por la Fábrica San Rafael la elevó al primer plano nacional, puesto que la empresa fue considerada como la más importante fábrica de papel de México y la número uno de América Latina de 1930 a 1970. En esa época fabricaba 100 toneladas diarias de 200 tipos diferentes de papel. El paso firme de la empresa sólo se vio interrumpido en 1914, cuando los zapatistas ocuparon la fábrica; no obstante, el trabajo se reanudó en 1920.

Cascada de los Diamantes.
Su espectacularidad radica en el efecto de distorsión que provoca la luz solar. Se ubica a 3,200 metros de altura y nace de los deshielos del glaciar Ayolotepito, a las faldas del volcán Iztaccíhuatl. También se puede admirar la Cascada Congelada y la Cascada de Mexcolongo.

Convento de San Luís Obispo.
Frente a la Plaza Principal se encuentra una de las estructuras mejor conservadas que produjo la arquitectura evangelizadora del siglo XVI y el barroco en la Nueva España. Se trata de un conjunto conventual levantado por los frailes franciscanos en el año de 1532. Al llegar se puede percibir una iglesia que luce una portada de gran sencillez, con arco de medio punto y rosas decorando las jambas, además de un relieve de los estigmas de San Francisco.

Tal simplicidad pareciera querer esconder lo que uno encuentra al pasar al interior, cuando aparece un fastuoso retablo salomónico del siglo XVIII tallado en madera de cedro que representa una escena de la visitación de la Virgen, y con pinturas firmadas por Baltasar de Echave.

Del lado izquierdo del templo encontrarás la portería del convento en un estilo que los expertos del arte nombran “purista”. Por allí uno ingresa al claustro, que también tiene frescos profusamente ilustrados con motivos vegetales, animales y figuras humanas, como son el retrato de Fray Martín de Valencia y una representación de Santa Clara.

Detalle a detalle esta construcción es reconocida como una obra maestra de la arquitectura virreinal por su elegancia y suntuosidad.

Capilla Abierta.
Como todos los conjuntos conventuales en nuestro país, el de Tlalmanalco incluye una iglesia, al frente un gran atrio y su capilla abierta, sin terminar, trabajada en un fino estilo plateresco de tal magnificencia que fue nombrada Capilla Real. En este lugar donde se oficiaban misas a los indígenas inconversos, se encuentran magníficos labrados y decorados ostentosos, reflejo del arte romántico y gótico.

Destacan las figurillas de ángeles, diablos, querubines, canastos, ramos de flores, follajes, guirnaldas y racimos de uvas, que en su concepción denotan fuerte influencia indígena. Todos los historiadores del arte mexicano afirman que esta capilla es una de las obras más notables de su tipo en la arquitectura religiosa del siglo XVI.

Los expertos ven en la concepción de sus relieves un complicado simbolismo cristiano, tomado de obras literarias europeas del siglo IV, como las del autor Prudencio Clemente, donde se representa la lucha del hombre contra el demonio y la batalla entre los vicios y las virtudes del ser humano. En este caso, las fuerzas del mal las vemos en las guías fitoformas de los arcos de la capilla abierta, que parecen querer tentarnos al observarlas.

Museo Comunitario Nonohualco.
Exhibe piezas arqueológicas de la época prehispánica encontradas en los alrededores de Tlalmanalco. En la zona se halló la efigie de Xochipilli, que hoy se puede admirar en el Museo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México.

Plaza Benito Juárez.
Es el jardín principal de la localidad, con su ambiente plácido, su tradicional quisco, el Convento de San Luís Obispo a un lado, y el Palacio Municipal enfrente. Se distingue fácilmente por su arquería con columnas y un reloj con fecha de 1927.

Palacio Municipal.
Es un edificio construido en la segunda década del siglo pasado, al término de la Revolución Mexicana. En la parte superior de su fachada destaca una espadaña con campanarios, de manera similar a cómo los frailes del siglo XVI remataban varias de sus iglesias.

Fuente: Mapas Temáticos del Estado de México, Tlalmanalco, Ed. GEM.

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