Al Final del Día. Sven Göran Eriksson






Sabía que lo había logrado como técnico cuando gané la Liga y la Copa de Suecia, así como la Copa de la UEFA, con el IFK Göthenburg, en 1982. Recibí ofertas de toda Europa, lo cual fue halagador. Pronto me fui a un nuevo reto en Portugal, con el Benfica.


Fui el más feliz cuando el IFK Göthenburg levantó aquella Copa UEFA de 1982, el primer título europeo de Suecia. Éramos apenas semiprofesionales, pero vencimos a los campeones de Alemania del Oeste, el Hamburgo, por marcador global de 4 – 0 en la Final. Tuvimos tan sólo una ventaja de 1 – 0 en la ida y Hamburgo pensó que ganaría el título en la vuelta, pero los derrotamos por 3 – 0 en Alemania.

El día que el futbol rompió mi corazón es fácil de señalar: perder contra Portugal en penaltis, en los Cuartos de Final de la Copa del Mundo de 2006. Fue un final muy triste para mi época en Inglaterra. Si hubiéramos mantenido a los 11 jugadores en la cancha, habríamos ganado el partido porque estábamos jugando muy bien. Realmente pensé que íbamos a ganar el Mundial ese año.

El momento de mayor orgullo fue sentarme en el banquillo como seleccionador de Inglaterra. Ganar títulos en Italia, Portugal y Suecia me dio mucha satisfacción, pero nada se compara a estar sentado ahí, sabiendo que eres el técnico de la Selección de Inglaterra. Cuando escuchaba a la afición y el himno nacional, siempre me daba un sentimiento real de orgullo.

Mi héroe de la infancia fue Pelé. En 1958, yo tenía 10 años de edad y, en una borrosa televisión a blanco y negro, lo ví anotar dos goles en la Final contra Suecia para ganar la Copa del Mundo. Después de eso, todos los niños suecos salían a la calle con un balón de futbol y querían ser Pelé.

La única cosa con la que no podría vivir ¡tiene que ser el futbol! Intenté vivir sin él y fallé. El año que me alejé del balompié, entre dirigir a la Selección de Inglaterra y al Manchester City, fue el peor de mi vida. Fui director deportivo una vez, pero no me gustó. Tengo que estar en la banca y en el campo de entrenamiento con mis jugadores.

Mi único arrepentimiento es que, tras dejar al Manchester City en 2008, rechacé la oferta de convertirme en entrenador del Benfica otra vez. También hubo pláticas para regresar a la Lazio, y quizá al Fenerbahce, pero en vez de eso tomé la oferta de dirigir a la Selección Nacional de México, algo que no disfruté mucho. Debí haberme quedado en algún club europeo mientras tuve esa oportunidad.

Fuente: Four Four Two México Año 1 #3 Febrero 2014, p.20.

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