En las últimas tres décadas, el mundo ha experimentado muchos cambios en su actividad económica y en la naturaleza de su economía. Los países se están vinculando de manera más estrecha por medio del intercambio y las finanzas internacionales. Muchos de los países en desarrollo tienen constantes problemas de desarrollo y cantidades relativamente grandes de deuda externa.
En respuesta a la naturaleza cambiante de los problemas económicos mundiales, hay evidencias de que han aumentado tanto los convenios comerciales bilaterales entre grandes socios comerciales como las tendencias hacia los convenios comerciales regionales. Se evidencia la evolución hacia un sistema comercial mundial dominado por tres grandes bloques comerciales: el americano, el europeo y el asiático.
Esta tendencia podría impedir los recientes esfuerzos hacia el intercambio internacional más libre y podría disminuir el bienestar mundial más que en otras situaciones. En efecto, dicha tendencia tiene implicaciones problemáticas para la periferia (los países del Tercer Mundo), que, por lo general, no son miembros de estos bloques comerciales regionales. Para que los países participen efectivamente en el intercambio de bienes, servicios y activos, se necesita un sistema monetario internacional que facilite las transacciones económicas.
Por ejemplo, si la escasez de reservas de divisas obstaculiza la capacidad de importar bienes, los países tenderán a imponer aranceles, cuotas y otros mecanismos que restringen el comercio con el propósito de conservar sus divisas. Además, el país con escasez de reservas podría imponer controles sobre la salida de capital privado o restricciones en la capacidad de sus ciudadanos de viajar al extranjero.
Con el fin de facilitar efectivamente el movimiento de bienes, servicios y activos, se necesita un sistema monetario internacional que sirva de eficiente mecanismo de ajuste de balanza de pagos de modo que el déficit y el superávit no se prolonguen sino que se eliminen con cierta facilidad en un período relativamente corto. Además, a menos que el sistema se caracterice por tipos de cambio completamente flexibles, tiene que haber una cantidad adecuada de liquidez internacional, es decir, el sistema tiene por una parte que proporcionar suficientes reservas para que los países con un déficit en su balanza de pagos puedan hacer sus pagos a los países superavitarios y por otra, la oferta de liquidez internacional tiene que formarse con activos de reserva internacionalmente aceptables que se espera que mantengan su valor.
Históricamente, los sistemas monetarios internacionales han tenido características muy variadas. Entre ellas principalmente están las diferencias en el grado de flexibilidad cambiaría. Hace unos cien años, el sistema monetario internacional predominante era el patrón oro internacional. En este sistema, el oro constituía el activo de reserva internacional y su valor se fijó con las paridades que los países especificaron. Esta decisión de apoyar las divisas con un activo de reservas internacionalmente aceptable (el oro) ayudó a fomentar tanto el intercambio relativamente libre como los pagos.
Con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, el patrón oro internacional se vino abajo. En los años veinte, los países permitieron mucha flexibilidad cambiaría aunque las frecuentes fluctuaciones de los tipos de cambio siguieron muy de cerca las paridades de poder adquisitivo previstas.
Hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial, se celebró una histórica conferencia internacional en Bretton Woods, New Hampshire, en 1944. De allí surgió la formación de dos instituciones internacionales de gran prestigio que siguen siendo muy importantes en la economía mundial actual: El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (más conocido como Banco Mundial) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La formación del Banco Mundial tuvo el propósito de otorgar préstamos a largo plazo para la reconstrucción de Europa, en particular, a causa de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial, pero desde los años cincuenta, se ha ocupado de dar préstamos a largo plazo para los proyectos y programas de los países menos desarrollados (PMD).
El FMI fue la institución clave para el funcionamiento del sistema monetario internacional conocido como Sistema de Bretton Woods. El FMI es una institución internacional con varios objetivos, entre ellos está estabilizar los tipos de cambio y reconciliar los ajustes de los desequilibrios de pagos de los países con su autonomía nacional en la política macroeconómica.
La mayoría de los economistas consideran que el Sistema de Bretton Woods funcionó bien desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de los años sesenta. En esos años, el comercio mundial creció con relativa rapidez y, hacia 1958, los principales países europeos habían levantado la mayor parte de sus restricciones cambiarias de la posguerra. Además, Europa y Japón se recuperaron de la devastación de la Segunda Guerra Mundial y la economía universal creció sin ningún revés o recesión de importancia.
A pesar de su aparente éxito, surgieron algunos problemas importantes en el sistema de Bretton Woods:
a) El sistema monetario internacional tenía un problema de liquidez o un problema de suficiencia de reservas.
b) Problema de confianza, que está relacionado con el problema de liquidez.
c) Problema de ajuste.
En 1967, la libra esterlina sufrió una devaluación oficial del 14 por ciento como consecuencia de un descenso de las reservas de divisas extranjeras debido a los flujos especulativos de capital a corto plazo. La importancia de esta devaluación radicó en que la libra y el dólar eran divisas claves en los depósitos de reserva internacional en los bancos centrales. El hecho de que el valor de un activo de reserva internacional hubiera caído indicaba que los tipos de cambio de Bretton Woods no eran sostenibles.
En 1968, los principales bancos centrales decidieron dejar de realizar transacciones en oro con individuos y empresas particulares pero continuaron haciéndolo entre sí. En 1970, apareció un nuevo activo internacional, los derechos especiales de giro (DEG), a veces llamados 'papel oro'.
Un acontecimiento de gran importancia ocurrió en agosto de 1971: la administración Nixon anunció que iba a dejar de comprar y vender oro a los bancos centrales extranjeros, lo que representó oficialmente un abandono del sistema de Bretton Woods.
Después de esta acción, el sistema monetario internacional experimentó considerable turbulencia. En diciembre de 1971, las autoridades monetarias de los principales países industriales se reunieron en Washington para desarrollar un nuevo sistema de convenios cambiarios. Esta reunión dio lugar al Acuerdo Smithsoniano en el cual se acordó un nuevo sistema de paridades más flexible que el del sistema de Bretton Woods.
Posteriormente, en 1976 vino el Acuerdo de Jamaica, el cual reconoció de manera formal el sistema de flotación controlada y dejó en libertad a los países para que escogieran el régimen cambiario más adecuado.
Un avance verdaderamente importante de los arreglos monetarios internacionales comenzó en marzo de 1979 con la instalación del Sistema Monetario Europeo (SME). Este sistema nació de la flotación conjunta de las seis monedas principales europeas frente a otras divisas. El primer paso clave del SME fue la creación de una nueva unidad monetaria, el ECU (European Currency Unit), que define los tipos de cambio centrales de las divisas de los países miembros de la Comunidad Europea.
El SME se formó para fomentar una mayor estabilidad cambiarla en Europa y generar un crecimiento económico más estable y equilibrado, con una base más firme. Aunque los tipos de cambio centrales han variado de vez en cuando, en general se considera que el sistema ha alcanzado sus objetivos en cierta medida. Como la mayor estabilidad cambiaria requiere un grado de coordinación de las políticas macroeconómicas, el SME también ha fomentado una convergencia parcial de políticas y tasas de inflación.
Para elegir un sistema monetario internacional, hay que considerar la suficiencia de activos de reserva internacional, la confianza que los países tienen en esos activos, la medida en que se logra el ajuste efectivo de la balanza de pagos, el grado de autonomía nacional que existe en política económica y la medida en que las fluctuaciones cambiarías provocan inestabilidad del comportamiento macroeconómico. El sistema de Bretton Woods usó tasas de cambio fijas pero ajustables, basadas en paridades que se definieron en dólares, los cuales a su vez se definieron en oro, pero se desintegró en 1971 por el surgimiento de mayor incertidumbre en torno al valor del dólar. En los años siguientes a esa desintegración, los países han adoptado una amplia variedad de regímenes cambiarios y el actual sistema monetario internacional se describe como un 'no sistema'.
La historia cambiaría reciente se ha caracterizado por una considerable volatilidad de las tasas de cambio reales y nominales de los principales países industriales y por la constante transmisión de fluctuaciones económicas entre países, aunque el volumen de intercambio y pagos ha crecido substancialmente.
Proponer un cambio al actual sistema monetario internacional, no es nada fácil. Los principales países industriales están a favor de una mayor coordinación de sus políticas macroeconómicas pero adoptando mayores restricciones a los flujos de capital a corto plazo. Los países menos desarrollados tienden a preferir un sistema monetario internacional basado en una mayor fijación cambiaría y en una mayor asignación de activos de reserva internacional a su valor. ¿Cómo ponerlos de acuerdo a los unos (países ricos) y a los otros (países pobres)? Los economistas todavía no tenemos una respuesta adecuada para ello.
¿Qué políticas monetarias, comerciales, financieras y fiscales podrían ayudar a que los distintos países del mundo tengan un grado de desarrollo alto y la calidad de vida de sus habitantes mejore?
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