Arsenal. Bombarderos de Londres. Mutaciones

1950 – 1959.

Alejados de cualquier tipo de festejos, el Arsenal no encontró en ésta su mejor época, pero aún así marcó protagonismo y rivalidad con los equipos más tradicionales del balompié inglés.

Como referencia del inicio de una nueva década, en la dirección técnica del Arsenal se mantenía Tom Whittaker al arranque de la campaña 1950 – 1951. Este campeonato no fue tan gratificante como su afición esperaba, pero el trabajo de Whittaker estaba bien planificado con un plantel renovado ante la salida de elementos conquistadores de la liga en 1948. Lo rescatable fue la obtención de la Copa FA venciendo en la final al poderoso Liverpool 2 – 0 en Wembley. Entre los jugadores de aquella plantilla figuraban Crompton, Kelsey y Lishman, quienes devolvieron la Copa a la capital inglesa.

La afición no comprendía las excusas del entrenador Bombardero, les parecían pretextos sin fundamento, lo que desgastó la relación entre ambas partes. En el torneo 1951 – 1952, los resultados favorables dieron tranquilidad a los seguidores del equipo londinense. Durante esa campaña la lucha por los primeros lugares fue protagonizada por los gunners y sus eternos rivales: el Manchester United y el Tottenham Hotspur, escuadras que al final superarían a los rojiblancos (el ManU por cuatro puntos y los Spurs por diferencia de goles).

El único del decenio.
En el torneo 1952 – 1953 finalmente llegaron los resultados positivos, aquellos que tanto había prometido Whittaker. Era el séptimo título de liga en la historia de los Bombarderos de Londres que se colocaron de nueva cuenta entre los equipos con mayor convocatoria y fama de Inglaterra. Su poderío fue arrasador durante toda la campaña y aquéllas críticas hechas por la prensa y afición se desvanecieron ante los resultados entregados por el equipo londinense en cada uno de sus enfrentamientos. El proyecto de la directiva por mantener a Whittaker al frente de los capitalinos seguía en pie y la afición apoyo dicha decisión. Comenzaba una temporada más y la expectativa por ver si los gunners podían mantener el nivel y la supremacía mostrados la campaña anterior era grande. Pero el equipo sufriría un desplome impresionante que lo relegó hasta la posición número doce de la clasificación, por tal motivo se dijo entonces que el Arsenal era un equipo que no sabía reafirmar su grandeza, ya que sus actuaciones entre una campaña y otra eran completamente distintas.

Increíblemente, y tras haber llegado a la mediocridad de la tabla general, la directiva determinó mantener a Tom Whittaker para la temporada siguiente. Así, el timonel de la escuadra de Londres cumplía su séptima campaña, pero se le veía un poco fastidiado y cansado por el trabajo hecho en la institución. Pese a sus malestares anímicos, aceptó el reto y comenzó una temporada más al frente de los gunners. Esa campaña (1954 – 1955) sus pupilos no funcionaron a pesar del buen arranque, pues en la segunda mitad del torneo su desempeño fue disminuyendo y dejaron ir puntos valiosos para mantenerse en la lucha por el campeonato. De pronto se vieron superados por Chelsea, Manchester United y Portsmouth. Los Bombarderos terminaron en la novena posición de la tabla general y las críticas resurgieron.

1956 – 1957 sería la última temporada de Whittaker al frente de los gunners. El desempeño colectivo no mejoró y apenas lograron colocarse en el quinto peldaño con actuaciones decepcionantes y partidos en los que incluso fueron abucheados por su afición en el estadio de Highbury.

Debido a esta incómoda situación, los directivos se reunieron para hacer cambios importantes en el club. Entre estas modificaciones figuraba la suplencia del entrenador y el elegido por la junta directiva del club londinense para guiar el rumbo del cuadro rojiblanco en la siguiente temporada se anunció inmediatamente. El aviso despertó la curiosidad de la afición que incluso exigió que la directiva condicionara la prórroga del contrato al timonel dependiendo de la productividad que su trabajo arrojara. La exigencia se materializó en un hombre experimentado, con poco cartel pero gran apoyo directivo: Jack Crayston.

Crayston se puso a trabajar con el equipo en lo táctico y sobre todo en el aspecto motivacional, el ánimo estaba bastante mal en el grupo. Su relación con los jugadores era excelente, pero ni con eso pudo salvarse de una pésima campaña que exhibió los errores defensivos y las carencias ofensivas que padecía el equipo. Su ubicación en la mitad de la tabla era merecido, el puesto doce incluso fue fortuito. La estabilidad de Crayston al frente de la escuadra se puso en evidencia y fue despedido. Así arrancaba otro torneo, por un lado con la incertidumbre de saber quien llevaría las riendas del cuadro capitalino y por el otro con el reclamo popular de un título.

George Swindin arribó a la dirección técnica con buenas referencias pero con el enorme paquete de entregar resultados inmediatos. El buen inicio de campaña ilusionó a los seguidores londinenses, todo marchaba en orden y el Arsenal compartió con el Wolverhampton (que al final se coronó), y Manchester United la cabeza de la clasificación general, pero una serie de descalabros y empates ubicó a los pupilos de Swindin en tercer lugar.

Los resultados del torneo tranquilizaron un poco la molestia de la afición que en campeonatos anteriores exigió títulos hasta el cansancio, bastaba esperar a que la próxima década arrojara éxitos. 


Fuente:
Publicado en Fútbol Total. Colección. Los Gigantes del Mundo. Arsenal. Bombarderos de Londres, Ed. Grupo Medios, p. 26 – 29.








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