Mundial Chile 1962. Auténticas batallas

La violencia se apoderó de los campos andinos, donde se registraron una estela de lesiones, peleas a puño limpio e intervenciones policiacas.

“Hoy se rompe el fuego en cuatro frentes”, proclamó el 30 de Mayo de 1962 un diario deportivo. La analogía bélica no pudo haber sido más desafortunada. Como en los conflictos armados, la tensión se sentía días antes del inicio de hostilidades.

Yugoslavos y alemanes protestaron por el poco peso del balón a usar en el país andino. La FIFA intentó prohibir que los equipos alinearan jugadores que no fueran del país de donde ellos nacieron o el lugar de origen de los padres, medida que afectaba directamente a Italia y España. Los árbitros sudamericanos pretendieron sublevarse ante la iniquidad, respecto a sus similares europeos en la repartición de los cotejos. Todas estas inconformidades claudicaron, pero fijaron un antecedente que enardeció los ánimos como fue el caso del partido entre España y Checoslovaquia.

Antes de dicho encuentro, un enviado del Ceskolovenske Sport afirmó que el equipo checoslovaco haría todo lo posible para destrozar la aureola de traidores a su patria del uruguayo Santamaría y el húngaro Puskas, ambos jugadores del equipo español.

Ese mismo día, el partido entre Rusia y Yugoslavia fue calificado como una pelea entre perros y gatos. Incluso al terminar el cotejo el inspector de la FIFA fue a vestidores y les dijo a ambos equipos que, para comportarse, quizá no necesitaban un árbitro, sino cuatro policías. Como secuela de esta batalla, el defensa soviético Eduard Dubbinsky sufrió una fractura en la tibia derecha y nunca pudo volver a jugar.

El clímax llegó el 2 de Junio, cuando se enfrentaron cuatro equipos americanos contra cuatro europeos. La competencia vivió entonces los tintes de una guerra entre continentes. En el juego entre brasileños y checos, Pelé se desgarró la pierna al minuto 26 y se perdió el resto del Mundial. En el juego de Inglaterra contra Argentina, Óscar Belén sufrió una fractura en la costilla causada por un codazo del zaguero Armsfield.

Pero las batallas más recordadas fueron las protagonizadas por Uruguay contra Yugoslavia y Chile ante Italia. En la primera, el medio yugoslavo Popovic y el centro delantero Cabrera se liaron a puñetazos en plena cancha. La segunda se perpetuó como la “Batalla de Santiago”. En el minuto 8, Ferrari fue expulsado y la policía tuvo que intervenir para sacarlo del campo; posteriormente, David le dio un puntapié en la cabeza a Leonel Sánchez y también vio la roja; casi al final; Toro y Tumburus se dieron de puñetazos y desencadenaron trifulca campal que volvió a requerir una intervención policiaca. En días posteriores el rencor de los andinos fue tal que en restaurantes, farmacias y comercios se podían leer letreros con la leyenda: “No se atiende a italianos”.

Tras estos acontecimientos, Stanley Rous, presidente de la FIFA, hizo un llamamiento a las 16 naciones participantes del campeonato, para salvar el prestigio del futbol. A esta invocación se sumaron otros directivos quienes también señalaron que la pugna no se limitaba a los jugadores, sino que era extensiva a los periodistas de América y Europa, quienes defendían exacerbadamente a sus respectivos equipos nacionales y censuraban a los contrarios, generando un clima hostil.

Tras estas amonestaciones, la segunda fase del campeonato transcurrió con mayor deportivismo. Gracias a lo cual, la creatividad del juego ofensivo sudamericano, representado por Brasil, terminó por imponerse a la brusquedad y el antifutbol europeo.



Fuente: Por Edgar Rodríguez en Récord. Ediciones Especiales. Todo sobre Sudáfrica 2010, p. 64 – 65.










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