Don Salvador Lutteroth González

Salvador Lutteroth González nació el 21 de Marzo de 1897 en Colotlán, Jalisco. Su padre fue un agricultor y comerciante, quien, a base de esfuerzos, logró establecer dos ranchos (Los Pinos y El Guardalobo) y una tienda de pueblo en Monte Escobedo, Zacatecas. De modo que, cuando don Salvador era todavía niño, la familia Lutteroth tuvo que mudarse de Colotlán para estar más cerca de tales propiedades.

El padre de Don Salvador era un hombre muy trabajador y emprendedor; sin embargo, como a la mayoría de los rancheros de la región, durante las fiestas y las celebraciones, le gustaba jugar en las carreras de caballos, los gallos, la ruleta y la baraja. De esta forma, durante las celebraciones de unas fiestas patrias a inicios de siglo XX, su padre comenzó a jugar y a apostar, iniciando con una buena racha pues a la media noche ya le debían una buena cantidad de dinero, pero para el amanecer había perdido dramáticamente los ranchos, la tienda y su casa, además de una considerable suma de dinero. Tras este trágico desenlace, la familia Lutteroth tuvo que buscar nuevos horizontes y así emprendieron un viaje hacia la Ciudad de México, en donde el joven Salvador ingresó a la escuela Fray Bartolomé de las Casas.

La muerte del padre de Don Salvador, ocurrida exactamente al cumplirse el centenario del levantamiento de la Independencia de México, lo obligó a buscar un empleo para ayudar con los gastos a su casa. Durante las vacaciones escolares, cuando tenía apenas 13 años de edad, entró a trabajar en un taller de rotograbado. Posteriormente, ingresó a la Escuela de Agricultura, pero muy pronto tuvo que abandonarla, nuevamente por cuestiones económicas. Tiempo después, ingresó a trabajar como “chícharo” en la fábrica de calzado United Shoe and Leather Co.

En 1914, ya iniciada la reyerta revolucionaria, don Salvador se presentó ante el Mayor Lorenzo Muñoz Merino, jefe de la escolta del Gral. Álvaro Obregón, para solicitar su ingreso en las fuerzas armadas. El Mayor no quería aceptarlo debido a su delgada complexión física argumentando que no podría ni cargar un rifle. Pero la determinación de aquel joven de 17 años lo convenció, y así, en el cuartel de la Ciudadela fue dado de alta. Rápidamente, escaló peldaños en la estructura castrense hasta llegar a ser Capitán Segundo. Fue entonces cuando un Pagador, del mismo batallón al que pertenecía, se fugó llevándose consigo los fondos de su grupo. De esta forma, el joven Lutteroth fue habilitado como Pagador, gracias a su habilidad con los números y al estricto orden con el que se manejaba. Tiempo después, regresó a las filas del Ejército, con el nombramiento de Capitán Primero, para ser ayudante del Gral. Francisco R. Manzo.

Don Salvador había pasado diez vertiginosos años de su vida enrolado en el ejército, cuando se retiró por voluntad propia de la vida militar. Ingresó como Inspector de Hacienda en 1924 y estuvo siete años visitando negocios de las más diversas índoles. Tiempo después, un cese masivo de Inspectores lo obligó a buscar alternativas económicas, por lo que estableció una fábrica de muebles y mesas de billar, UFA. Pronto se percató de que la mayoría de la gente sólo adquiría sus muebles a plazos y que muchos ni siquiera los pagaban, lo cual le ocasionó más de un disgusto. A inicios de 1933 cerró la fábrica de muebles y finalmente comenzó su difícil y emprendedora misión de trae a México aquel deporte tan espectacular que en el 1929 había observado en El Paso, Texas.


Fuente:
CMLL – 85 Años. Lucha Libre, Ed. AM Editores, p. 20.








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