Primeras manifestaciones de lucha libre en México

La lucha libre está influenciada por diferentes disciplinas, como son: la lucha olímpica, la lucha grecorromana, el judo e incluso la milicia, cuyas aportaciones mezcladas han sido clave en la gestación y el desarrollo de diversas e innovadoras técnicas de combate.

En México, antes de que se institucionalizara este deporte por un empresario de apellidos Luttheroth González en 1933, se presentaban en teatros, plazas de toros y arenas de box eventos esporádicos de lucha grecorromana, judo y jiu jitsu, entre otros. Algunos eran de mera exhibición, mientras que en otros se presentaban funciones de lucha libre al estilo norteamericano.

Reyes de la Maza (1985) comenta en su libro Circo, Maroma y Teatro (1810 – 1910) que en Abril de 1843 se presentaron en distintas arenas improvisadas, luchas cuerpo a cuerpo. Al notar el gusto que este espectáculo despertaba en los espectadores populares, los empresarios alquilaron el Teatro Principal para hacer una presentación más formal. Sin embargo, el público “refinado” y “elegante” manifestó un profundo rechazo ante tales despliegues de brutalidad. Así fue como aquellas presentaciones se convirtieron en meras exhibiciones de fuerza en las que musculosos “hombres fuertes” doblaban varillas de hierro y levantaban enormes pesas.

Otro ejemplo que comenta Reyes de la Maza fue lo ocurrido en Febrero de 1849 cuando se presentó en el Teatro Principal un espectáculo de lucha grecorromana. En el programa se anunciaba que el luchador norteamericano, llamado Rey de los luchadores (de quien solo se sabe que su apellido era Charles), lucharía contra el amateur mexicano Simón Vázquez, así como contra tres franceses, un jamaiquino y otros cuatro norteamericanos. Según el cronista, los promotores ofrecieron 500 pesos de recompensa a quien pudiera vencerlo, incluyendo en el desafío al famoso luchador francés Turín (un hombre a quien le precedía la fama de que podía detener caballos a pleno galope). Así pues, mientras Turín llevaba a cabo el reto, apareció otro luchador que se hacía llamar el Invencible de la Palestra de Nimes, para cerrar con broche de oro la presentación. De ahí en adelante, los tres luchadores nombrados se hicieron amigos  y se juntaron para ofrecer luchas de espectáculos en el Teatro Nacional. El propio Turín, en 1855, realizó otra temporada de presentaciones en México con actos de fuerza y destreza.

Se tiene conocimiento, también, de que durante la invasión del ejército francés a México (de 1864 a 1867) se presentaron demostraciones de lucha olímpica y grecorromana. Todas ellas, con un perfil de exhibiciones deportivas, fueron organizadas en sitios como el Palacio de Buenavista (hoy Museo de San Carlos), la plaza de toros de Paseo Nuevo, la plaza de toros de San Pablo y el Circo Orrín.

Pasaron más de tres décadas para que se formaran los primeros luchadores mexicanos profesionales. Recién entrado el siglo XX, en la Ciudad de México, el francés Planshett se presentó en algunas batallas de exhibición contra el mexicano José Espino. Enrique Ugartechea, empresario y luchador mexicano, también enfrentó al “Hércules” italiano Romulus en Puebla, Guadalajara y en la Ciudad de México. En 1910 hubo dos temporadas de lucha en la Ciudad de México, una en el Teatro Principal, promovida por el italiano Giovanni Resselech y otra, efectuada en el Teatro Colón por Antonio Fournier, con la presentación de luchadores como Satake Nabutaka y Misuyio Esai Maeda. En 1921, Constand le Marin, de origen belga, presentó en el Teatro Colón, un evento en el que participó Javier Ochoa “El León” Navarro enfrentándose al fantástico luchador rumano Sond.

Apenas iniciado el año de 1931, se programó una temporada de lucha libre en la Arena Nacional organizada por Carlos Lavergne, Jimmy Fitten y Salvador M. de Uriarte (quienes también eran dueños y promotores de box en la Arena Nacional). Dicha temporada se efectúo con luchadores de talla internacional como Carlos Henríquez, Jack Russel, Arpad Szucks, Samson Tagliarini, Jean Brucet y Otto Korte, entre algunos más. No obstante, la temporada ni siquiera llegó a los tres meses.



Fuente:
CMLL – 85 Años. Lucha Libre, Ed. AM Editores, p. 16.









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