Un muchacho encantador


Alejandro Dumas – Padre – un día recomienda cierto joven, con una carta apologética, a uno de sus más fieles amigos. El joven es un vividor de la peor calaña.


“Le envío a usted a mi mejor amigo” – escribe Dumas –. “Ábrale usted sus puertas de par en par. Haga por él cuanto haría usted por mí”.

Poco tiempo después, Dumas se encuentra con su fiel amigo, quien no parece muy cordial, pues lo saluda fríamente. Éste reprocha al dramaturgo – quien no se acuerda de nada – su exceso de confianza en cualquiera. Le recuerda la carta de presentación de su último protegido.

- ¡Ah, bien! Y, ¿Qué tal? – interrumpe Dumas - ¡Entonces, el muchacho más encantador del mundo! ¡Mucho ingenio, mucha bondad! ¡Y qué corazón! ¡Qué… 

- Sí, un gran corazón – interrumpe amoscado el fiel amigo –, pero me robó el reloj que tenía colgado en la chimenea.

- ¿Cómo? – exclama Dumas – ¿También a usted?



Fuente:
Revista Algarabía No. 88 Enero 2012, p.14

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