Si alguien pregunta, ¿Era buen sacerdote Hidalgo?, la respuesta está implícita en la leyenda: si algún defecto tenía era el de ser demasiado liberal, lo cual, huelga decir, es bueno. Da el grito, muchos lo siguen, varias ciudades caen en sus manos; recorre, en marcha triunfal, un buen pedazo de la República; un batallón se interpone, sufre un descalabro y por un error trágico no toma la Ciudad de México, que está desguarnecida. Después todo le sale mal: pasa al paredón y de allí, a la columna de la Independencia. ¿A qué se reduce esto a fin de cuentas?: a la historia de un viejito.
Fuente:
Revista Algarabía No. 125 Febrero 2015, p. 14.
Comentarios
Publicar un comentario
Si deseas comentar dentro de la línea del respeto, eres bienvenido para expresarte