Los expertos no se ponen de acuerdo a la hora de verificar si los testimonios modernos sobre el abominable hombre de las nieves son consecuencia de tradiciones legendarias, o si los informes antiguos demuestran que tales criaturas han existido durante generaciones y que es posible que aún vivan en regiones remotas. Las supuestas pruebas físicas encontradas —huellas, partes del cuerpo, pelos y fotografías dudosas— resultan controvertidas, y el resultado de las investigaciones demuestra que se trata de interpretaciones inciertas (como huellas borrosas de un animal conocido) o simples fraudes. En 1960, el explorador Edmund Hillary se propuso investigar a los yetis, incluyendo el que había sido visto por el padre de su guía sherpa, Tenzing Norkay, pero no encontró ninguna prueba para demostrar su existencia.
Algunos autores creen que una especie de simio aún por descubrir o un último sobreviviente del hombre de Neandertal podría explicar su presencia. Otros van más lejos, y los relacionan con seres extraterrestres. Los más escépticos sostienen que, sin evidencias físicas, el peso de las pruebas aportadas no tiene ningún valor. Por otro lado, como las noticias que llegan sobre estos seres proceden de áreas remotas, y casi siempre se han visto desde una considerable distancia, se piensa que las posibilidades de confusión con cualquier criatura son muchas, e interpretan que es más fuerte el deseo de querer creer en ellos que su existencia misma, esos avistamientos como reflejo de la fascinación que persiste en el mundo moderno por lo salvaje y lo desconocido, con todo el misterio que ello implica.
Fuente:Enciclopedia Microsoft Encarta 2001.
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