‘La Noche Triste’

A su regreso de la expedición contra Narváez, Cortés se dio cuenta de la difícil situación de su gente en Tenochtitlán.

Cuitláhuac, hermano de Moctezuma, mantenía contra los españoles lucha tan brava como tenaz.

Ante eso, el Conquistador intentó que Moctezuma, con palabras persuasivas, hiciera a los aztecas deponer su actitud; pero el pueblo no tan sólo no atendió a su rey, sino que lo llamó cobarde y traidor, lo apedreó, y se dice que la muerte de Moctezuma se debió a una de aquellas pedradas; aunque otros la atribuyen a los españoles.

Al morir Moctezuma, Cuitláhuac fue proclamado rey.

La situación empeoró más y más para los invasores: los mexicas no dejaban de combatir. Hasta que, finalmente, los españoles, fatigados y hambrientos, decidieron abandonar la ciudad.

Para huir, Cortés y toda su gente, españoles e indios aliados, escogieron la noche del 30 de Junio de 1520.

Iban saliendo, a oscuras y con sigilo, cuando se les descubrió, y atacados con furia por todas partes, su derrota fue completa. En la huída perdieron muchos hombres, entre españoles e indios aliados, unos muertos, otros prisioneros, y tuvieron que dejar también, a su paso, buena parte de las riquezas que llevaban.

Cortés tomó el rumbo de Tacuba. En ese lugar pasó revista a sus tropas. Todavía existe un árbol, llamado ‘Árbol de la Noche Triste’, donde, según la tradición, Cortés no pudo contener su congoja ante la magnitud de la derrota que acaban de infligirle.

En Otumba, nuevamente alcanzado por los aztecas, sostuvo con ellos terrible combate.

Los conquistadores llegaron a creerse totalmente perdidos frente al empuje de los aztecas; pero entonces Cortés atacó audazmente al jefe indígena que llevaba el estandarte; los derribó con la lanza, le arrebató la insignia, y gracias a esto logró que los mexicanos huyeran y se dispersaran.

Puso así el reducido ejército español llegar a Tlaxcala, para reponerse allí de sus muchas fatigas y curar a sus heridos.

Entre tanto, Cuitláhuac continuó luchando por conseguir la ayuda de otros pueblos vecinos, pero no acabó nada, pues una epidemia de viruela, que se produjo de allí a poco, debilitó a todo el pueblo azteca y le quitó a él la vida.

Fuente:

Generación 1960. Mi libro Historia y Civismo. Tercer Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 91 – 92.

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