Transformación de Jesús. Epiléptico
Al acercarse Jesús, varias personas que lo esperan se aproximan a él por lo que pregunta.
— ¿Por qué discuten?
Pero es el desesperado padre del joven quien se adelanta y dice.
—Maestro, tengo un hijo que está poseído por un espíritu maligno, cuando tiene un ataque, grita de terror, echa espuma por la boca y cae como muerto y este espíritu maligno constantemente lo destroza con convulsiones y a veces lo arroja al agua o al fuego. Se está consumiendo y su vida es peor que la muerte; su madre y yo tenemos el corazón atormentado y el espíritu despedazado. Maestro, ¿sanarás a mi hijo?
Cuando Jesús escucha este relato, le pide al padre que lleve a su hijo ante su presencia y pregunta.
— ¿Cuánto tiempo tiene el niño enfermo? A lo que el padre responde.
— Desde que era muy pequeño.
Y mientras hablan, el joven sufre un ataque violento y cae, rechinando los dientes y echando espuma por la boca, después de una serie de convulsiones violentas, se queda tendido en el suelo como si estuviera muerto.
Todos están sorprendidos y asustados, pero más el padre, quien se arrodilla a los pies de Jesús implorando al Maestro.
— Si puedes curarlo, hazlo, te suplico te compadezcas y nos liberes de esta aflicción.
Jesús ayuda al afligido padre a levantarse y le dice.
— No dudes del poder del amor de mi Padre, sino solamente de la sinceridad y el alcance de tu fe. Todo es posible para aquel que cree realmente.
Entonces, Santiago de Safed pronuncia aquellas palabras mezcladas de fe y duda.
— Señor, ¡yo creo! Te pido que me ayudes a desterrar mi incredulidad.
Cuando Jesús escucha estas palabras llenas de sinceridad, toma al niño entre sus brazos, lo levanta al cielo y ora pidiendo permiso para sanar a este desdichado infante, lo acuesta en un improvisado colchón de ropa y clama.
— De acuerdo con la voluntad de mi Padre y en honor de la fe viviente. Hijo mío, ¡levántate! Espíritu desobediente, sal de él y no vuelvas.
Jesús coloca la mano del joven en la de su padre y dice.
— Sigue tu camino. Mi Padre, el Padre de la
humanidad, ha concedido el deseo de tu alma.
Así, padre, hijo y comitiva que los acompañan parten felices hacia el hogar, su fe los ha salvado de la enfermedad del cuerpo y lo ha confirmado en la del espíritu. Por su parte, las demás personas están maravilladas por el milagro que acaban de ver, incluidos los enemigos de Jesús, quienes están sorprendidos por lo que han visto y de lo que, a querer o no, son testigos.
Estando solos los doce apóstoles y el Maestro, le piden que les comente lo que pasó en la Montaña, pero Jesús se limita a decirles: "El Hijo del Hombre empieza ahora la última fase de su vida terrenal. Estamos por comenzar los trabajos que conducirán a la gran prueba final de su fe y devoción, ya que seré entregado a las manos de los hombres que buscan mi destrucción. Recuerden muy bien lo que les digo, aunque ahora no lo entiendan hasta que esté dado ese tiempo: Al Hijo del Hombre le darán muerte los humanos, pero resucitará por gracia de su Padre, Dios".
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