De vecinos, rivales, odios y reencuentros

La albiceleste pudo retener el título en 1929, cuando hizo de local en los estadios de River Plate, San Lorenzo e Independiente. El torneo iba a disputarse un año antes, pero como coincidían los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, donde debía presentarse junto a sus pares uruguayos, se postergó la cita. Para esa ocasión, ambos llegaron a la final en un recordado desenlace que quedó a favor de los Celestes.

En cuanto a la Copa América, el cuadro uruguayo no mostró el mismo ímpetu que en su consagración olímpica, perdiendo ante el local y también contra Paraguay 3-0, que desde el principio quedó con 10 jugadores al lesionarse su defensa Ramón Viccini. En este lance irrumpió un juvenil llamado Delfín Benítez Cáceres, apodado El Machetero, al abrir las defensas como lo hacían sus compatriotas en la selva, a fuerza de machete, en la Guerra del Chaco, con Solivia.

Así como Uruguay se impuso a Argentina en los Juegos Olímpicos, el equipo pampero tomó desquite en la Copa América, y un año más tarde, cuando los orientales llevaron a cabo el primer Mundial, volvieron a imponerse sobre sus vecinos. Sin dudas, el fútbol del Río de La Plata estaba entre los mejores del planeta, donde los vecinos sostenían una inspirada rivalidad.

Y se reencontraron en Perú 1935, donde la suerte quiso que definieran nuevamente la competición. Ese paréntesis de seis años se debió a que ambos países rompieron relaciones luego de la justa mundialista, donde los albicelestes denunciaron haber recibido presiones y agresiones.

Para que los dos volvieran a participar fue decisiva una intensa gestión de la Federación Peruana, invitando a los contendientes al torneo que tuvo carácter de extraordinario, aunque bajo algunas condiciones. Una de ellas decía que ninguno de los dos usara sus casacas oficiales, por lo cual Uruguay apareció de rojo con vivos blancos y Argentina lo hizo de blanco.

Ya en el césped, los marcadores mostraron una tendencia conocida. Mientras los uruguayos consiguieron triunfos sufridos ante Perú y Chile, los argentinos vencieron con amplitud, pero a la hora de medirse entre ambos, prevalecieron los primeros 3-0. De esa forma cerró una gloriosa etapa para la "generación olímpica", que consolidó a Uruguay, el país más pequeño de Sudamérica, como una auténtica potencia mundial.

Hubo un hecho para resaltar en esa edición al producirse el primer cambio autorizado. Fue en el Argentina-Chile, cuando Enrique Sorrel ingresó por Moisés Avilés a los 44 minutos en el equipo rojo. Un minuto más tarde, Mario Pajoni reemplazó a Antonio De Mare en los rioplatenses.

La cita de 1937 comenzó unos días antes del Año Nuevo. Buenos Aires fue la sede del puntapié inicial que se dio el 27 de diciembre de 1936, cuando Brasil venció a Perú 3-2 en el estadio de San Lorenzo. El torneo ofreció algunos atractivos porgue se inscribieron seis equipos y además se jugó por primera vez de noche, con luz artificial.

Rumbo al desenlace continuaron marcándose dos tendencias pronunciadas: Paraguay derrotó a Uruguay y este a su vez lo hizo con Argentina, que se alzó con el título luego de un arduo duelo de desempate ante Brasil. El choque necesitó de 120 minutos porque no había manera de vencerse, hasta que apareció Vicente "Capote" de la Mata y anotó dos goles para la escuadra local, que previamente ya había superado 1-0 a los brasileños.

Quedó para la estadística la primera expulsión en la historia de la Copa América, cuando el árbitro argentino Bartolomé Macías (el de más encuentros dirigidos en la historia del torneo), ordenó que el jugador de Uruguay Juan Emilio Píriz se retirara en el partido que los Celestes perdieron ante Chile.

Fuente: 
Por Marcelo Assaf en Caras Sports, ‘Copa América Argentina 2011’, Ed. Televisa, p.14

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