Por su zona geográfica, México ha debido navegar en un océano vacío de futbol a lo largo de su historia El balompié de nuestro país ha crecido aislado y lejos de una competencia internacional real a su alrededor. El área de la Concacaf no le ha ofrecido durante más de 80 años muchas posibilidades de crecer a nivel de selecciones ni a nivel de clubes. Para muestra el botón de los mundiales. Además de México sólo tres países de la zona han ganado un duelo en una Copa del Mundo: EU, Costa Rica y Cuba.
En esa lógica participar en el torneo
continental era un sueño tanto deportivo como económico para directivos y
jugadores. La administración de Emilio Maurer y Francisco Ibarra, en la
Federación Mexicana de Futbol, a inicios de los 90, consiguió incrustar a
México como invitado permanente en la Copa América. No era poca cosa. Se abrió
una puerta de competitividad, luego complementada con la Copa Libertadores, que
puso un punto y aparte para el futbol mexicano.
El Tri no participó en Italia 90, luego de ser suspendido dos años por el tema más penoso en la historia del futbol mexicano: el de los cachirules. Se descubrió que en el XII Torneo Juvenil de la Concacaf en Guatemala, en junio de 1988, distintos jugadores excedían la edad y sus papeles habían sido falsificados.
El reacomodo institucional en la FMF fue tremendo tras el incidente. Provocó un desfile de técnicos al frente de la selección. Mario Velarde, Alberto Guerra, Manuel Lapuente, César Luis Menotti y Finalmente Miguel Mejía Barón.
Pero mientras se hacían pedazos en la cúpula futbolística, surgió un grupo de futbolistas, encabezados por Claudio Suárez, Jorge Campos, Alberto García Aspe, Luis García e Ignacio Ambriz, que sin mucha experiencia previa (la eliminatoria anterior había sido en 1981) consiguió el único boleto de la Concacaf al Mundial de EU 94 y obtuvo el segundo lugar de la Copa América del 93.
Sin embargo, aquella primera participación tuvo sus altibajos, incluso antes de iniciar la competencia. El 7 de junio de 1993, después de una reunión de los jugadores del Tri que se alistaba para competir en la Copa América a partir del 17 de junio, decidieron no viajar al evento si los directivos no desaparecían el régimen de transferencias de jugadores, conocido como draft. Esa era su principal petición. Se señalaron como a los líderes de aquella iniciativa a Javier Aguirre, auxiliar técnico, y a los delanteros Luis Flores y Hugo Sánchez, entre otros.
Luego de largas negociaciones. De rechazos de directivos a las ideas de los futbolistas, apoyadas por el cuerpo técnico. De amenazas verbales de desafiliación, de presión para Mejía Barón, al que le insinuaron que se llevara a otro grupo, e incluso de rumores que señalaban que los principales defensores de la iniciativa serían separados, el propio Mejía Barón y Aguirre incluidos, después de la Copa América y tras la promesa de la gente de pantalón largo de revisar el draft, el grupo decidió viajar el 9 de Junio.
Es posible que gracias al histórico resultado en Ecuador, donde México salió subcampeón aquella generación no sufriera ninguna vendetta. "Lograron con los resultados que los directivos no tuvieran manera ni forma ni cara para hacer reclamaciones, dijo alguna vez Mejía Barón.
Caras Sports, ‘Copa América Argentina 2011’, Ed. Televisa, p.25.
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