Así celebró a Psaumis de Camarina, vencedor en la Cuadriga de Mulas:
¡De sublimes virtudes
y de coronas en Olimpia ganadas
recibe con riente corazón, Hija del Océano,
el dulce primor, dones de Psaumis
y de su carro de mulas incansables!
El Camarina, acreció tu ciudad populosa,
y seis pares de altares glorificó en las
fiestas mayores de los dioses
con sacrificios de bueyes
y porfias de certámenes
durante cinco días
en carros de caballos
y mulas y en corcel ensillado.
El testimonio de Cicerón (106-43 a.C.), incluido
en sus Disputas Tusculanas, nos revela que en los Juegos de su época confluían
todo tipo de intereses. Su descripción bien podría aplicarse a los Juegos en su
etapa moderna con su mezcla de esfuerzo e intereses comerciales:
“[...] Pitágoras le respondió que la vida de los hombres le parecía comparable a aquel mercado que se organizaba en Olimpia con gran espectáculo de juegos y con la participación de toda Grecia. Allí unos intentaban alcanzar la gloria y el honor de una corona con sus bien adiestrados cuerpos, otros iban allí por la ambición de comprar o de vender y por las ansias de riqueza; finalmente había otra clase de espectadores, éstos, con mucho, los más nobles, que no buscaban el aplauso ni las riquezas, sino que venían a contemplar el espectáculo y observaban con interés lo que se hacía y cómo se hacía."
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