El fútbol, como deporte masivo, ha sido practicado por las clases populares desde que la irrupción de la Revolución Industrial, principalmente en el sur de Londres y gran parte de Gran Bretaña, incluyendo a Escocia, Gales y el Eire. El que estas clases se hayan involucrado con tal fervor en el máximo deporte, en donde, sin duda, encontraron gran parte de su identidad, le dio al fútbol su peculiaridad como deporte y lo hizo crecer a los grados que hoy día conocemos. En América Latina, el mestizaje y la negritud se apropiaron del balompié tal como lo hicieron con la música, la artesanía y la religión. Esto permitió, a quienes lo jugaron, el reconocimiento de las sociedades latinoamericanas, que aún no se terminaban de identificar con Europa y sus raíces americanas, pese a que buena parte del siglo XX ya avanzaba en el continente. En Europa, los obreros, los campesinos y algunos grupos étnicos como los gitanos, encontraron en el fútbol una manera de salir de los problemas y de compararse, aunque fuera por 90 minutos, con sus patrones, quienes de alguna forma les inculcaron este deporte, haciendo que 11 contra 11 se enfrentaran en similares condiciones, aunque de origen no lo fueran. Este deporte permitió la igualdad intelectual, de clase y de pensamiento en una cancha donde todos eran jugadores.
Hoy día, la permeabilidad del fútbol le ha
permitido desde hace mucho llegar a ámbitos que parecía no tocaría jamás. Uno
de los más importantes ha sido la literatura. Ese recipiente de ilusiones
donde, como anuncia Julio Cortázar, "no hay temas buenos ni temas malos,
hay tan sólo temas bien o mal tratados". Hoy el máximo deporte se
encuentra en ese ir y venir entre la memoria y la historia, por eso se juega
tanto como se lee. Por eso en este sueño dirigido por los sentimientos, muchos
autores se han atrevido hablarle al oído y concederle sus líneas, así como el
fútbol les concede sus ilusiones, pasiones y aventuras. A Albert Camus, el fútbol le
concedió la felicidad que necesitaba cuando escribió "La Peste", una
novela desgarradora que encuentra en una frase sobre fútbol, el consuelo de la
ciudad de Oran donde azota la peste. Camus encontró en la literatura y el fútbol,
la fusión perfecta para atesorar sentimientos en el fanático. Lo popular,
representado por el fútbol y la élite de la intelectualidad encontraron un
rasgo muy importante para darse amor.
Recientemente vino a México el doctor David
Wood, director del Centro de Estudios Hispanos de la Universidad de Sheffield,
Inglaterra, Wood estudió perfectamente esta fusión, encontrando una simbiosis
entre escritores y poetas peruanos y el fútbol, sobre todo con el Alianza de
Lima, el equipo más popular y más "negro" de Perú, país donde residió
por un tiempo.
En su libro "De Sabor Nacional. El impacto
de la cultura popular en el Perú", Wood señala que "uno de los
obstáculos para una literatura de fútbol es el problema de cómo llevar a cabo
la mediación de una actividad física que se practica en un contexto y con
estructuras bien definidas (el campo de fútbol, la canchita y las reglas del
juego) y otro, la literatura, que funciona como anclaje de legitimidad y cuyas
funciones y estructuras hayan sido cuestionadas".
En este sentido, el fútbol suma y en contrapeso de
lo que mencionó Eduardo Galeano cuando señala que "el balompié espera
todavía al gran escritor que se lance a su rescate", los escritores y
poetas peruanos como Juan Parra del Riego, José Deustua Carvallo, Alfredo Bryce
Echenique y el mismo Vargas Llosa, entrelazan sus obras y llegan a este deporte
tímidamente. En sus obras el fútbol es parte de la urbanidad. La negritud se
muestra en su máxima expresión, los barrios bajos y la lucha de clases se
cohesionan para dar pie a obras literarias fantásticas, donde la ficción y el
sueño se miran de frente, como la novela de Isaac Goldemberg "Tiempo al
Tiempo", que Wood recrea con magia maravillosa en su texto, cuando un
peruano judío se enfrasca en un autoconflicto en el marco de un partido
Perú-Brasil, novela que detalla con tesón y fervor la simbiosis que existe
entre la cultura popular y el balón. A fin de cuentas esta relación entre
letras, canchas, balones y jugadores tiene un valor semántico importante: el de
relatar al fútbol como parte integral del ser humano en todos sus ámbitos.

Fuente:
Por Miguel Ángel Lara en Soccermanía Año 6. No. 49, Ed. Televisa, p.21.
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