- Mira tío, ya nacieron los rábanos.
Las plantitas empezaban a salir.
Todas las mañanas iba yo a regarlas.
Veía cómo iban creciendo poco a poco.
Un día hallé entre ellas otras plantas.
Sus hojas eran de forma distinta.
- Tío, ¿también estos son rábanos?
- No – respondió –; son yerbas.
El viento trajo las semillas.
- ¡Qué gusto! Voy a cuidarlas también.
- No, al contrario.
Conviene arrancarlas.
- ¿No podrían crecer juntas?
- Las yerbas quitarían alimento a los rábanos.
Hay que limpiar de ellas el terreno.
Tu cosecha será mejor.
Generación 1960. Mi libro de 1° año, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 160.
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